Recurso narrativo de Salva al Gato

Salvar al gato se convierte en la buena acción del protagonista

Salva al Gato es un recurso narrativo que bautizó Blake Snyder, guionista prestigioso de Hollywood, el cual le sirvió para dar nombre a su libro sobre escritura de guiones, que también sirve para mejorar con novelas de ficción gracias a sus consejos y otros recursos interesantes

El recurso narrativo de Salva al Gato es sencillo pero efectivo, aunque como ocurre con todo en escritura hay que utilizarlo con sutileza para que no se convierta en un cliché. A grandes rasgos, Salva al Gato es una táctica con la que provocar empatía en el lector, o espectador en el caso del cine, hacia un personaje, generalmente el protagonista aunque se puede dar en un secundario o antagonista. La clave es presentar una situación en la que el personaje haga una buena acción, como puede ser salvar a un gato, para mostrar que aunque puede contar con una personalidad peculiar o una ideas extremistas también dispone de un buen corazón para perder su tiempo en ayudar a los más desvalidos.

Pero que el nombre del recurso haga referencia a un gato no quiere decir que en cada una de nuestras historias introduzcamos un gato sobre una rama de la que no puede bajar o a punto de caer de un precipicio, la situación se puede extrapolar a un niño perdido en un centro comercial o una anciana a la que le cuesta subir el escalón del autobús. Lo importante es proyectar acciones positivas del personaje aunque sea un antihéroe cuya participación en la trama se aleje de ser el bueno de la película.

En el caso de los protagonistas, es recomendable que la situación de Salva al Gato se produzca durante la escena inicial de presentación, después de enseñar su modus operandi. Un ejemplo podría ser una historia policiaca en la que el personaje entre en un establecimiento a comprar algo que necesita y el local sufra un atraco, dando mayor importancia a evitar que las personas del establecimiento no sufran ningún percance frente a detener al malhechor, aunque se marche con el botín. Podría detener al bribón o no, pero en caso negativo esto repercutiría en poder encontrarlo de nuevo en otras escenas.

Si utilizamos un antihéroe como protagonista hay que diseñar una situación que no desvirtúe su naturaleza principal. Por ejemplo un asesino encuentra a su presa y solo necesita apretar el gatillo del arma para terminar su trabajo, en ese momento es consciente que su objetivo se encuentra con un niño pequeño que podría ser su hijo lo que le hace posponer su ejecución para otra ocasión. De este modo, la situación podría derivar en consecuencias interesantes para la trama como problemas con las personas que le contrataron o profundizar en un trauma donde él mismo perdió a sus padres por parte de un asesinato ante su presencia.

Sin duda, el recurso de Salva al Gato ofrece un gran potencial para enriquecer nuestras historias, sobre todo para despertar el interés de un personaje clave. Una herramienta sencilla pero bastante efectiva que cada escritor puede moldear sin necesidad de caer en clichés, sin que el personaje principal se convierta en una Mary Sue con características excesivamente perfectas.

La importancia de la premisa al escribir un libro

La premisa es la semilla de toda gran obra

La premisa es la idea inicial en torno a la que se desarrolla una historia, una definición que ya expliqué hace un tiempo, pero me gustaría indagar sobre el tema. La premisa se convierte en los cimientos de la narrativa que vamos a desarrollar, aunque para muchos sea un simple “¿de qué va?” la realidad es que una buena premisa es capaz de atraer a los lectores y, sobre todo, atrapar durante los primeros compases para continuar leyendo hasta el final.

¿De qué va tu historia?

Más tarde o más temprano llega el momento de escribir una sinopsis de tu obra, explicar de qué va tu historia. La sinopsis es indispensable en la descripción de la página de tu ebook autopublicado en Amazon, o en el correo que envías a las editoriales para probar suerte. También puede que surja esta pregunta cuando un amigo te pregunte sobre la obra en la que estás trabajando. La realidad es que la mayoría de autores nóveles son incapaces de explicar de qué va su historia en pocas palabras, hasta el punto que redactar una sinopsis es tan aterrador como una hoja en blanco en la cual no saben con qué palabra empezar.

Existe un problema en los escritores sin experiencia, confunden una idea para contar una historia con una ambientación, un sistema de magia original o un giro sorprendente del protagonista. Estos elementos están muy bien durante el desarrollo de un libro de ficción, pero la idea a partir de la que se desarrolla la historia parte de una premisa. Los ejemplos anteriores son perfectos para complementar una obra, pero no ayudan a la trama.

Para elegir una premisa es importante conocer las tramas maestras que componen todas las de historias, también sería interesante revisar las sinopsis de los libros y películas que más te gustan, para diferenciar la idea que tenías sobre su premisa con el resumen que utilizan las productoras o editoriales para atraer al público.

Disponer de una premisa consistente te ahorrará tener que reescribir fragmentos del libro, al menos los basados en la estructura principal. Es un punto de partida para los personajes y el tema de la obra, una sola frase que te evitará numerosos quebraderos de cabeza y mejorará la calidad de la narrativa.

Debido a su importancia, a continuación te explico algunos componentes que enriquecerán tu premisa para conectar con el público.

Una pizca de ironía

La ironía es capaz de enriquecer una premisa simple para hacerla más atractiva, a la vez que sirve como desencadenante de sucesos venideros. De hecho, para la industria del cine es uno de los elementos indispensables para los guiones. Un chico pobre y una chica rica tienen un romance durante un crucero que está destinado a hundirse, Titanic. Tres forajidos se odian a muerte, pero tienen que cooperar para hacerse con un tesoro del que cada uno tiene la información necesaria para su localización, El bueno, el feo y el malo. Una nave espacial acude a una llamada de rescate para ser asaltados por una criatura alienígena mortal, Alien: el octavo pasajero.

La ironía en la premisa sirve de gancho, capta la atención del público para querer saber más sobre la historia. Es como una buena portada de un libro o el cartel de una película. Si no eres capaz de identificar el elemento irónico de tu historia tal vez es porque te falta.

Pero no nos equivoquemos, que la ironía en la premisa sirva de gancho no significa que sea simplemente una herramienta comercial. También marca el rumbo que tomará la historia y define la idea controladora que sirve de tema general de la obra. Sin olvidar, un toque de ironía despierta mayor interés que su falta.

Generar una imagen mental de la obra

Los textos nos transmiten una imagen mental

La premisa es tan potente para una obra debido a la imagen mental que proyecta. Los humanos somos animales emocionales, a consecuencia, creamos imágenes mentales de cientos de situaciones a diario. Cuando un amigo nos cuenta una anécdota curiosa nuestra cabeza simula la escena, ocurre lo mismo al leer un artículo del periódico o al revisar textos de las redes sociales. Asimismo, el marketing aprovecha en exceso la imagen mental, con textos que nos evocan situaciones o sentimientos como gancho publicitario.

Por ello, es importante que la premisa proyecte una imagen mental real y atractiva de lo que ofrece un libro, un primer peldaño para introducirnos su ficción. De este modo, establecer una buena premisa sirve para proyectar en la imaginación del público lo que encontrará al leer.

Por otro lado, el elemento irónico reforzará dicha imagen mental, porque retuerce la idea principal con un giro que complica la situación.

Un título que acompañe la premisa

Por último, el título puede ir de la mano de la premisa, aunque no es obligatorio. A veces, nos desesperamos por encontrar un buen título atractivo, pero en ocasiones basta con recordar de qué trata la obra y utilizar un poco de ingenio.

El título complementa la premisa, pudiendo ser una extensión de esta, aunque en otras ocasiones es una referencia a un elemento o situación importante para resolver la trama. Puede incluir cierta ironía o resumir en pocas palabras de qué va, del mismo modo que puede tener diferentes interpretaciones que se descubrirán conforme avancemos en la trama.

Eso sí, obvia aquellos títulos insulsos y recurrentes que no digan nada a los posibles lectores, utiliza palabras contundentes que atraigan la atención.

En conclusión, es importante trabajar en la premisa antes de abordar de trabajar de manera seria una obra. Ahorrarás tiempo de escritura, enriquecerá el resto de la trama con elementos más atractivos y los personajes contarán con un rumbo perfilado para seguir. Además, contará al público de qué va vuestro libro de manera fidedigna para convencer a leerlo de una vez por todas.

Cómo hacer buenos personajes profundizando en su psicología

Apoyándonos en la psicología crearemos personajes más complejos

Desarrollar buenos personajes suele ser un quebradero de cabeza para los escritores con poca experiencia. Me refiero a crear personajes realistas que mediante sus acciones y diálogos sean capaces de diferenciarse del resto. Una de las fórmulas recomendadas para definir la personalidad de nuestros personajes es apoyarse en actitudes psicológicas de individuos reales. Por dicha razón, a continuación os cuento cómo construir características sólidas que distingan a vuestros personajes.

Cómo crear personajes creíbles

De manera intuitiva solemos relacionar a los buenos con ciertos rasgos como simpatía, altruismo, lidian contras las injusticias y su ayuda siempre aporta valores positivos. Por su parte, los malos se sitúan en el polo opuesto de la balanza, solo buscan ejercer el mal por su propia naturaleza de crear el caos y discordia en el mundo. Se trata de una forma muy vaga de entender la naturaleza interna de los personajes, estructuras que encontramos en historias poco profundas como el cine palomitero que apuesta más por la espectacularidad que por un buen guion. La mayoría de escritores novatos no dedican tiempo o esfuerzo, al menos el suficiente, en definir cómo van a ser sus personajes porque encuentran ejemplos pobres en la cultura popular. Presentar unos perfiles tan simples y predecibles tiende a aburrir, sobre todo ahora que vivimos una época con historias repletas de antihéroes cuyas acciones se sitúan en una línea difusa entre el bien y el mal. Aunque lo peor que puede hacer un autor es utilizar el arquetipo de Mary Sue, un personaje capaz de lidiar con cualquier conflicto, con numerosas habilidades que para otros requerirían años de entrenamiento, congenian a la perfección con los demás personajes menos con los antagonistas, que generalmente actúan por envidia tratando siempre por quedar por encima del protagonista. En general, características demasiado perfectas. Utilizar esta clase de personaje suele tener consecuencias catastróficas dentro de una historia, aunque existen ejemplos de éxito, pero por norma dificulta a los lectores la empatía con él porque las personas somos imperfectas. La clave principal para crear personajes de calidad y creíbles es añadirles tanto virtudes como defectos, recalcando el punto de los defectos.

Descubre el Modelo de los cinco grandes para construir personajes

En este sentido, podemos valernos de ciertas estructuras predefinidas para construir personajes como los propios arquetipos incluidos en el viaje del héroe o emplear eneagramas para su evolución o responder una serie de preguntas, conceptos que ya comenté en anteriores artículos. Pero como toda ayuda es poca a la hora de escribir ficción, esta vez quiero hablaros de modelos psicológicos reales para desarrollar personajes, más concretamente lo que se conoce como Modelo de los cinco grandes, o Big Five en inglés. El Modelo de los cinco grandes es una clasificación de cinco rasgos que encontramos en mayor o menor medida en todas las personas reales. Gracias a estas características podremos definir personajes que cualquier lector podrá asociar con gente de su entorno, consiguiendo realismo y a su vez mayor empatía.

Apertura a la experiencia

La apertura es una faceta que se compone por la curiosidad intelectual, imaginación activa, sensibilidad por la estética, ser consciente de los sentimientos propios y el gusto por la variedad. Está relacionada que el bienestar psicológico del sujeto además de asociarse con la creatividad, el conocimiento y la inteligencia. Como su nombre indica, apertura a la experiencia, depende de lo abierto o expuestos que estemos a situaciones poco cotidianas. Por ejemplo, un individuo con bajo grado de apertura preferirá quedarse en casa, o con un pequeño círculo de conocidos, para pasar su tiempo libre mientras que otro con un grado elevado estará dispuesto a vivir nuevas experiencias aunque sea rodeado de desconocidos, es decir, la apertura de experiencia está ligada a la tolerancia al cambio y a tener ideas más conservadoras o liberales. Normalmente el grado va descendiendo conforme nos hacemos mayores.

De cara a desarrollar un personaje, la apertura a la experiencia decidirá si están dispuestos a exponerse a nuevas vivencias o la forma con la que lidian con ideas contrarias a sus creencias. Los personajes con un elevado grado de apertura serán curiosos e imaginativos, siendo capaces de enfrentarse a los conflictos con un enfoque diferente valiéndose de su inventiva. También serán más propensos a utilizar un vocabulario más rico. Los personajes con un grado bajo de apertura serán conformistas y no cuestionan las ideas generales de la sociedad, se sienten cómodos en su situación y evitan los cambios. Se trata de individuos que seguirán actuando del modo esperable aunque no alcancen su objetivo, siendo consistentes pero cautelosos con lo desconocido.

Conciencia

La característica de la conciencia está ligada al conocimiento que se tiene de uno mismo y del entorno, también se refiere a la moral y la capacidad de recibir estímulos tanto internos como externos. Gracias a la conciencia las personas son capaces de percibir la realidad mediante interactuación, interpretación y asociación de estímulos.

En narrativa, la conciencia determina el autocontrol de los personajes, tanto de sus impulsos a la hora de actuar como la capacidad de planificación. Los personajes con una alta conciencia son responsables y confiables, son capaces de organizar planes eficientes y bien organizados. Por contra, una baja conciencia se traduce en una mayor improvisación, actuando sobre la marcha. No son amigos de los compromisos ni de la puntualidad, los demás los ven como personajes distraídos y olvidadizos, destacando por ser descuidados y, en ocasiones, extravagantes.

Extraversión e introversión

La extraversión es un rasgo que mide la sociabilidad, es decir, el interés de las personas por fomentar los encuentros sociales o, su contrario, la introversión en los individuos proclives a la soledad. La extraversión se caracteriza por el interés por elementos externos como la gente o las cosas, y en consecuencia por socializar y estar al tanto por lo que ocurre en su entorno. La introversión se centra en el interior del sujeto. Tienden a dar mayor importancia a sus pensamientos y sentimientos, desarrollando su propio mundo interior.

Para desarrollar personajes a través de este rasgo hay que recordar que no existe nadie que se sitúe en un extremo absoluto, aunque exista una tendencia siempre habrá situaciones determinadas o excepcionales por las que los sujetos cambien de actitud. Los extrovertidos son personajes abiertos y comunicativos, propensos a iniciar conversaciones, disfrutan en compañía, se apuntan a todas las fiestas, optan por el riesgo y las estimulaciones externas, destacan por su energía. Por otro lado, los introvertidos son más relajados en cuanto a actividades sociales, estando más cómodos en solitario y normalmente rechazan los estímulos externos. Los demás los ven como tímidos y reservados. Durante la adolescencia las personas tienden a la extroversión aunque van cambiando a introvertidos con el paso del tiempo.

Amabilidad

La amabilidad es una cualidad ligada a los comportamientos que consideramos como buenos, solidarios, cooperativos y considerados. Es una característica que puede diferir entre culturas pero suele manifestarse como altruismo, empatía o simpatía.

Los personajes amables confiarán y actuarán desinteresadamente para satisfacer el bienestar del resto. Incluso pueden llegar al punto de preocuparse sin llegar a mostrar su opinión o verdaderos sentimientos por no perjudicar a otros. Se distinguen por su amigabilidad y compasión. Los personajes carentes de amabilidad abusarán del insulto fácil y son más agresivos. No respetan las emociones de los demás, sin preocuparles la situación de otros para dar su punto de vista, cuentan con actitudes desafiantes e insensibles. La amabilidad es un rasgo que crece con la edad aunque siempre hay excepciones.

Neuroticismo

El neuroticismo o inestabilidad emocional es una característica que en un alto grado conlleva a la inestabilidad e inseguridad emocional, provocando estados de ansiedad, tensión y preocupación constante.

Los personajes que disponen de niveles bajos de neuroticismo son calmados, tratan de resolver situaciones adversas sin perder los nervios y siempre de manera sosegada, aunque esto puede cambiar en situaciones extremas. Ante los problemas o fallos seguirán adelante en vez de lamentarse. Asimismo, un alto nivel desemboca en personajes irritables, sufriendo ansiedad ante cualquier factor que altere sus planes. Mostrarán una continua preocupación por las hipotéticas consecuencias negativas y sufrirán ataques de ira cuando sean incapaces de controlar la situación.

Sin duda, el Modelo de los cinco grandes ayuda a que los autores puedan desarrollar sus personajes de forma realista, una serie de características que tendrán consecuencias en el desarrollo de las historias y también sirven para adentrarnos en los momentos del pasado de los personajes para conocer qué ha desencadenado tales actitudes negativas. Es recomendable utilizar combinaciones de los rasgos para mayor riqueza y optar por los extremos en las situaciones más adversas. Sin olvidar que los buenos personajes evolucionan a lo largo de la trama para bien o para mal.

Consejos narrativos I: Simpatizar con el protagonista

consejos narrativos escritura

La página sufre algo de escasez de contenido últimamente, culpa de un servidor, así que se me ha ocurrido hablar sobre algunos pequeños consejos para mejorar vuestras historias. Voy a empezar con uno bastante básico pero que utiliza en la mayoría de historias, simpatizar con el protagonista. Sin duda, se trata de un consejo manido por las páginas web de escritura pero que explican como un concepto vago que requiere trabajar con el personaje a través de toda la trama. Yo os diré el momento decisivo para utilizarlo, cuando presentamos al protagonista.

El mejor momento para simpatizar con el protagonista de una historia es al principio, hay otros personajes que parecen malos y luego adoraremos por los giros en la historia, pero el protagonista debe cautivar a los lectores en la primera escena al ser el que cuenta con más peso en todo el conjunto de la historia. Para que el público simpatice con el protagonista, para que quieran que triunfe en su meta, solo basta con que haga “algo”, normalmente una buena acción. Un ejemplo que me gusta mucho para retratar dicha acción es la película de Aladdín de Disney. Aladdín aparece por primera vez en el mercado de Agrabah, lo que hace es robar para luego ser perseguido por la guardia. El público debe simpatizar con el protagonista y nos presentan a un ladrón que por norma provocaría el sentimiento contrario, aunque cuenta con una personalidad simpática y los guardias parecen los verdaderos delincuentes por su agresividad. Antes de finalizar la escena, cuando despista a la guardia, Aladdín se encuentra con un par de niños rebuscando comida en la basura. No duda en regalar su botín, que era una barra de pan, a un par de niños necesitado aunque ahora sea él quién pasará hambre.

Una acción tan sencilla hace que el público conecte con el protagonista, la clave es que dentro de la circunstancia de cada protagonista debemos encontrar el detalle que muestre su lado bueno o, al menos, nos haga conectar con su propósito. No hace falta que sea una buena acción, puede mostrar su lado cómico ante situaciones peligrosas. Por su parte, los antihéroes, que suelen caracterizarse por su falta de bondad, lo ideal es que muestren momentos donde la sociedad los maltratan o le dan de lado, que se aprecie la razón por la que son unos incomprendidos.

Espero que este consejo os ayude a mejorar el arranque de vuestros proyectos literarios. Próximamente os traeré nuevas ideas sencillas pero efectivas.

Ejercicios creativos para escritores II: juegos de rol

creatividad juegos de rol
La principal herramienta de los juegos de rol es la imaginación

Hace tiempo escribí un artículo hablando sobre unos sencillos ejercicios creativos para escritores, cuya finalidad era practicar con relatos que incluso podrían derivar en ideas para novelas o sagas de libros. Ahora os quiero hablar de un nuevo modo de alimentar la creatividad para contar historias. Os hablo de los juegos de rol.

¿Qué es un juego de rol?

Dentro de los juegos de rol tomamos el papel de diferentes personajes dentro de mundos ficticios, aunque pueden estar inspirados en la realidad. Cuando hablo de juego de rol me refiero a los de libro, como por ejemplo Dungeons and Dragons, Vampiro o Cultos innombrables. Aunque existen otros formatos como juegos de mesa, cartas, videojuegos, etc. Se tratan de sistemas de juego donde cada libro presenta sus propias reglas y características para interactuar con el mundo y otros personajes, sean jugadores o no. Lo normal es que una persona haga de máster, es decir, alguien se encarga de narrar las situaciones que viven los personajes, de interpretar a los pnj (personajes no jugadores) y controlar que se cumplan las reglas. Los jugadores cuentan con fichas para crear a sus personajes donde anotar las características, habilidades, dinero, objetos y cualquier información relevante para jugar. Los jugadores interpretan a sus alter egos de manera literal, actuando verbalmente como si de una obra de teatro se tratase, y tirando dados, para comprobar si son capaces de superar los diferentes desafíos.

Jugar al rol es participar activamente en narrativa

Los juegos de rol son narrativa viviente, es un ejercicio de improvisación constante donde los jugadores desconocen los peligros a los que se enfrentarán. Tomarán decisiones y sufrirán las consecuencias. Jugar al rol es una forma divertida de desarrollar la creatividad y adquirir nuevas ideas. Aquí me gustaría resaltar algo importante, el trabajo de máster no es el de conducir a los jugadores a la historia que quiera mostrarles, puede inventar y diseñar el mundo o tomar módulos ya construido, pero su función será la de mediar entre jugadores y el escenario. Jugar a rol sirve a los escritores para dar rienda suelta a la imaginación y dejarse llevar. Después de varias sesiones de juego seguro que florecen nuevas ideas para trasladar al mundo de las letras.

Aspectos a tener en cuenta

Hay muchos escritores, algunos autores publicitan sus libros haciendo referencia a esto, que cuentan historias basadas en sus experiencias con los juegos de rol. Un excelente punto de referencia para desarrollar una historia pero mi consejo es escribir una adaptación, tomando algunas ideas principales del juego y momentos decisivos pero cambiando otros y añadiendo nuevas tramas para que funcione la narrativa. Algunos escritores cuentan en sus libros escena por escena, calcadas de sus experiencias roleras con el resultado de una vorágine de sucesos que el autor recordará con nostalgia pero resultarán un caos para los lectores. Por no hablar que a veces las resoluciones de los conflictos dentro del juego son unos Deus Ex Machina de manual, que sirven en el momento pero que deben modificarse al adaptarlo.Por otro lado, si vuestro papel dentro del juego es el de máster no tratéis de construir una gran historia para contarlas a los jugadores, esa no es la función. Debéis dejar que sean los jugadores quienes conduzcan la trama. Siempre habrá momentos para hablar a los jugadores sobre detalles del mundo y personajes, no tratéis de obligarles a ir por un único camino marcado. Y por supuesto, participando como jugador también favorece las ideas narrativas, sobre todo para desarrollar personajes y practicar con diálogos.

Lo cierto es que me gustaría explayarme sobre los distintos sistemas de rol y otras recomendaciones para inexpertos pero no es el objetivo de este artículo. Puede que en el futuro vuelva a hablaros del tema.

Aprender de los malos libros

malos libros
Nos solemos alejar de los libros que menos nos gustan

Un ejercicio indispensable para mejorar nuestra escritura es leer mucho, aprender de la técnica de los buenos escritores, asimilar los recursos que utilizan y de paso aumentar nuestro vocabulario. Aunque el tiempo es finito y la pila de nuestros libros pendientes cada vez es más grande, los lectores habituales sabrán de lo que hablo. La cuestión es que tratamos de hacernos cada vez más selectivos. Antes de comenzar la lectura de un nuevo libro valoramos si es de los géneros que nos gustan, si su autor es reconocido o lo hemos leído antes, revisamos las críticas que encontramos por Internet, la opinión de amigos y toda información nos ayude a prever si nos gustará.

Yo lo reconozco, hace ya unos años que me he vuelto quisquilloso a la hora de decidirme por un libro. Tengo una larga lista de pendientes bien sea comprados o el punto de mira para hacerme con un ejemplar, y por mucho que digan otros hasta que no me adentro en sus páginas no soy capaz de saber si me gusta o no. Para mí, leer es un ejercicio de entretenimiento pero también de aprendizaje. En mi obsesión por descubrir buenas novelas rechazo toda aquella que no me atrape con su comienzo. Para esto vienen muy bien las primeras páginas gratuitas que se pueden leer en los libros digitales de Amazon. Incluso he aprendido a abandonar lecturas por resultarme pedantes. Al final me he dado cuenta de algo muy importante, los malos libros tienen mucho que enseñar. Nos ayudan a mejorar más que los buenos libros, por lo que deberíamos pensarlo dos veces antes de evitar ciertos títulos.

Primero quiero explicar a lo que me refiero con malos libros. No hablo de aquellos que son un atentado contra la literatura con fallos de ortografía, errores gramaticales, todos sus personajes planos, historias predecibles, aburridas, y sin estructura narrativa trabajada. No, hay que alejarse de los libros con dichas características. Cuando hablo de malos libros me refiero a aquellos que tienen tanto puntos buenos como malos a partes iguales. Sagas con su legión de seguidores pero que uno puede encontrar fallos que, sin ser muy frecuentes, cuando aparecen desafinan el conjunto. Cuando un protagonista es un Mary Sue, cuando resuelven conflictos con Deus Ex Machina, hay elementos del mundo incoherente o simplemente si notamos que se pasan con las descripciones.

Los errores que he explicado son fáciles de localizar, a diferencia de un libro de calidad que tendríamos que analizar a fondo su estructura, diseño de personajes, diálogos, etc. Cuando detectamos un error en la lectura que nos saca del contexto somos conscientes. Un buen libro nos atrapa y devoramos sus páginas para saber qué pasará a continuación, no nos damos cuenta de la razón, solo queremos más. Habría que estudiarlos. Los malos libros nos enseñan rápidamente, cuando encontramos errores los recordamos, e incluso podemos apuntarlos en una libreta. Cuando escribamos en el futuro nos alejaremos de aquellos diálogos con tan poca personalidad, evitaremos recursos manidos o adjetivos tan evidentes. Los malos libros nos enseñan a cómo no escribir, y ya es algo, incluso a veces tienen buenas historias, algún personaje memorable o situaciones divertidas, a pesar de los baches que estropean un poco la experiencia. Quizás debamos empezar a valorarlos como es debido los malos libros. Aunque siempre podemos abandonarlos para comenzar la siguiente lectura que espera en nuestra mesita de noche.