Salva al Gato es un recurso narrativo que bautizó Blake Snyder, guionista prestigioso de Hollywood, el cual le sirvió para dar nombre a su libro sobre escritura de guiones, que también sirve para mejorar con novelas de ficción gracias a sus consejos y otros recursos interesantes
El recurso narrativo de Salva al Gato es sencillo pero efectivo, aunque como ocurre con todo en escritura hay que utilizarlo con sutileza para que no se convierta en un cliché. A grandes rasgos, Salva al Gato es una táctica con la que provocar empatía en el lector, o espectador en el caso del cine, hacia un personaje, generalmente el protagonista aunque se puede dar en un secundario o antagonista. La clave es presentar una situación en la que el personaje haga una buena acción, como puede ser salvar a un gato, para mostrar que aunque puede contar con una personalidad peculiar o una ideas extremistas también dispone de un buen corazón para perder su tiempo en ayudar a los más desvalidos.
Pero que el nombre del recurso haga referencia a un gato no quiere decir que en cada una de nuestras historias introduzcamos un gato sobre una rama de la que no puede bajar o a punto de caer de un precipicio, la situación se puede extrapolar a un niño perdido en un centro comercial o una anciana a la que le cuesta subir el escalón del autobús. Lo importante es proyectar acciones positivas del personaje aunque sea un antihéroe cuya participación en la trama se aleje de ser el bueno de la película.
En el caso de los protagonistas, es recomendable que la situación de Salva al Gato se produzca durante la escena inicial de presentación, después de enseñar su modus operandi. Un ejemplo podría ser una historia policiaca en la que el personaje entre en un establecimiento a comprar algo que necesita y el local sufra un atraco, dando mayor importancia a evitar que las personas del establecimiento no sufran ningún percance frente a detener al malhechor, aunque se marche con el botín. Podría detener al bribón o no, pero en caso negativo esto repercutiría en poder encontrarlo de nuevo en otras escenas.
Si utilizamos un antihéroe como protagonista hay que diseñar una situación que no desvirtúe su naturaleza principal. Por ejemplo un asesino encuentra a su presa y solo necesita apretar el gatillo del arma para terminar su trabajo, en ese momento es consciente que su objetivo se encuentra con un niño pequeño que podría ser su hijo lo que le hace posponer su ejecución para otra ocasión. De este modo, la situación podría derivar en consecuencias interesantes para la trama como problemas con las personas que le contrataron o profundizar en un trauma donde él mismo perdió a sus padres por parte de un asesinato ante su presencia.
Sin duda, el recurso de Salva al Gato ofrece un gran potencial para enriquecer nuestras historias, sobre todo para despertar el interés de un personaje clave. Una herramienta sencilla pero bastante efectiva que cada escritor puede moldear sin necesidad de caer en clichés, sin que el personaje principal se convierta en una Mary Sue con características excesivamente perfectas.
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