Cada vez que abordo la cuestión de escribir una historia, la trama se convierte en el eje en torno al cual giran los personajes y la ambientación. Existen 20 tramas maestras a partir de los cuales podemos tejer una narrativa, como la búsqueda, la maduración, los descubrimientos o el amor prohibido. Estos conceptos nos permiten agrupar todas las historias conocidas, simplificando sus temáticas.
No obstante, construir una historia requiere más que la elección de uno de estos arquetipos o su combinación. Se necesitan ingredientes adicionales para enriquecer la obra planteada a los lectores con elementos que realcen los sucesos, incitando a la lectura hasta el final. Para ello utilizamos los pilares esenciales para hacer una trama envolvente: la promesa, el progreso y la recompensa. Elementos que los autores deben trabajar para mantener a los lectores cautivados con sus historias.
La Promesa
Toda historia hace una promesa a los lectores desde sus primeros compases, invitándolos a sumergirse en una aventura dentro de un mundo desconocido, un romance apasionado e imposible, la búsqueda de venganza por una horrible vivencia en el pasado o la superación de un obstáculo que impide cumplir un difícil sueño. El núcleo de una historia radica en que los lectores descubran hasta dónde les llevará esta travesía prometida.
En primer lugar, se encuentra la promesa del tono y el estilo. La escritura de una comedia difiere drásticamente de la de un drama. Aunque es posible mezclar elementos serios con toques humorísticos, el tono inicial del libro debe ser distintivo y coherente en su desarrollo. El tono y el estilo deben presentarse y mantenerse desde los primeros momentos de la obra. Por ejemplo, si nos sumergimos en una historia de asesinatos en la que el detective es un bufón que no puede evitar soltar bromas frente a testigos y sospechosos, esta característica debe quedar clara desde la primera escena, sin sufrir giros abruptos a mitad de la narración.
No obstante, la promesa más significativa que los autores deben presentar es de qué trata la historia. Retomando el ejemplo del detective bufón, hay diversas opciones para la escena inicial: un asesinato, el descubrimiento de un cadáver o el protagonista resolviendo un caso anterior al crimen principal. Sumergir al personaje en su labor detectivesca constituye un adelanto sutil de la gran aventura que lo espera.
Es frecuente que una obra comience con un evento secundario que conduzca en cierta medida a la trama principal, pero donde el protagonista no está involucrado. Un ejemplo sería un crimen que sirva de apertura al caso que más tarde investigará el detective bufón. La apertura de la historia con tales tramas, a veces presentadas a modo de prólogo, estableciendo una promesa de acción y aventura, incluso si el primer capítulo comienza con un tono más sosegado.
Otro aspecto a destacar en la promesa del autor es el personaje principal y su desarrollo. Algunas historias presentan un protagonista con carencias o desafíos que le impiden alcanzar sus metas. Si este aspecto desempeñará un papel crucial en la trama, es fundamental abordar sus deseos y frustraciones desde las primeras páginas.
Finalmente, el escritor debe decidir qué tipo de trama desea exponer al principio. Puede optar por comenzar directamente con la trama principal o introducir una trama secundaria cuya resolución conduzca al corazón de la historia. La trama secundaria puede servir para presentar a los personajes, anclar sus arcos narrativos o explorar el mundo en el que se desenvuelven, especialmente adecuado en el género de fantasía o ciencia ficción. No obstante, siempre es crucial tener en mente la dirección que tomará la historia en el futuro.
En resumen, los elementos indispensables que un autor debe establecer desde el inicio de su historia son el tono y el conflicto del protagonista.
El Progreso
El progreso se posiciona como el componente más importante de una historia, siendo la consecución lógica a la promesa propuesta por el autor. Numerosos escritores han terminado sus obras con finales mediocres, pero aun así son populares y superventas gracias a su habilidad ofrecer un progreso cautivador que engancha a los lectores.
El progreso significa sensación de movimiento en una obra, que va más allá de pasar páginas. Se trata de las consecuencias de las acciones elegidas por los personajes, en ocasiones dando paso a situaciones irreversibles. Además, abarca la evolución de los propios personajes, quienes modifican tanto sus actitudes físicas como psicológicas debido a las experiencias vividas y al esfuerzo por alcanzar sus metas.
La mejor manera de utilizar el progreso es mostrando a los lectores la sensación palpable de que los personajes avanzan hacia el destino que buscan, guardando cierta relación con la promesa. Ya sea una pareja que busca estar junta a pesar de la oposición de su entorno o un grupo de piratas en busca de un tesoro oculto, el arco principal se construye a partir de una serie de conflictos que avanzan en una clara dirección.
En ocasiones, nos topamos con historias emocionantes que resultan aburridas debido a una promesa que no se corresponde con la dirección que toma la obra, a un progreso discordante. A pesar de que los personajes anhelen un objetivo específico, terminan siguiendo rutas distintas una y otra vez, sin alcanzar nunca lo que buscan, independientemente de las muchas aventuras que vivan.
Cuando se trabaja el progreso, resulta provechoso trazar una guía, ya sea una escaleta o esquemas generales, que detallen los eventos que experimentarán los personajes. Incluso los autores brújula pueden detenerse en determinados momentos de su obra para esquematizar los sucesos, evaluando de esta manera el progreso de manera correcta.
La Recompensa
La recompensa es la culminación de la promesa inicial que el autor establece. Si consideramos el arquetipo clásico de la narrativa, presentamos una promesa al inicio, los personajes se esfuerzan por avanzar hacia su objetivo, para luego enfrentar desafíos que parecen derrumbarlo todo justo antes del clímax. Entonces, con un último plan arriesgado, se esfuerzan por cumplir su cometido. Todo sale bien y el lector obtiene aquello que se prometió.
En ocasiones, el autor trata de ofrecer una recompensa diferente a lo prometido en un principio. Puede tratarse de una metáfora sobre la interpretación de la promesa original o de algo completamente ajeno a la idea planteada. Sin embargo, esta es una opción arriesgada. Ofrecer una recompensa diferente a la anticipada puede resultar tan efectivo como problemático. Antes de reemplazar la recompensa, se debe persuadir al lector de que desea algo distinto, lo cual se logra mediante pistas y situaciones naturales que guíen la trama hacia la nueva y desconocida recompensa.
También es posible proporcionar la recompensa esperada y algo adicional que nadie imaginaba encontrar, de manera similar a terminar una excelente comida con un exquisito postre.
En conclusión, para elaborar una trama sólida, es necesario considerar la promesa, el progreso y la recompensa. Estos elementos funcionan como una serie de causas y efectos, creando un ritmo natural y dinámico en el avance de los personajes.