La esencia de la narrativa

Hay bastantes escritores, sobre todo nóveles, convencidos de que tanto las editoriales como los lectores están ciegos ante su talento innato. Un tapado que sufren los genios de su calibre para dar visibilidad a enchufados de la industria, bien sean amigos o familiares de gente importante o aquellos a quienes se tiene que devolver un favor. Aunque la realidad es distinta, las editoriales son las principales interesadas en encontrar buenos autores por una clara razón, el dinero. Es por ello que las buenas historias siempre tienen cabida en el mercado, tener éxito es otra cuestión. Sin olvidar que vivir plenamente de la escritura es un objetivo difícil, solo un puñado de escritores consagrados pueden presumir de dedicarse de manera exclusiva a tal tarea.

El problema radica en que estos genios en cubierto seguramente han tenido una educación donde recibían al instante a todos sus caprichos, ganadores de premios sin merecerlos. Sin entrar en detalles, pues ya hablé de ser un escritor por capricho, los autores novatos no cuentan con la misma fuerza para contar historias que en generaciones pasadas debido a su afán por avanzar más casillas de las abarcables. Quizás es por la influencia de las numerosas películas y series palomiteras, las cuales pecan de pretensión en forma de efectos especiales y demás atrezo en pantalla. O tal vez sea que los grandes talentos, los de verdad, han decidido dedicar su ajetreada vida a otros menesteres, por la exigencia de tanto trabajo para tan pocos resultados. Gastando su tiempo libre en la ingente cantidad de entretenimiento que ofrece la actual era digital. Lo único claro es que cada vez veo más escritores preocupados por publicar o conseguir visibilidad en vez de tratar de mejorar.

El mundo moderno nos hace vivir en una ilusión. Tenemos una mala interpretación sobre la escritura, en este caso narrativa pero la idea abarca todos sus ámbitos, como si fuese una tarea fácil para todos. Cualquiera puede juntar un puñado de palabras y darle un sentido, pero eso no significa que pueda hacer textos decentes para, por ejemplo, publicarlos en una página web con cierta categoría. La percepción de escribir lo hace cualquiera provoca la proliferación de plataformas para contratar escritores por cantidades ridículas, artículos de unas 400 palabras por unos pocos euros que podríamos contar con los dedos de una sola mano, con pobres almas que aceptan tales encargos ni ellos mismos saben por qué. Tampoco es necesario tener una carrera, de periodismo, filología o alguna otra relacionada, solo basta con dedicar tiempo y esfuerzo a la escritura.

Asimismo, escribir ficción va mucho más allá de saber gramática y ortografía, también requiere de ciertos conocimientos de narrativa. No obstante, por haber visto montones de películas y leído una montaña de libros no vamos a realizar una obra maestra. Tener esa mentalidad es como por ser aficionado de la música clásica pensemos que somos capaces de crear grandes sinfonías o por visitar museos a menudo pintemos cuadros de la talla de Velázquez. Los escritores novatos pocas veces se plantean que construir una historia requiere de una armonía similar a la de los temas emblemáticos de la música clásica o las composiciones del dibujo, la narrativa necesita basarse en un elemento tan sutil como caótico que es la naturaleza humana.

Cuando uno comienza su andadura con la escritura el rumbo del camino viene a partir de las historias que ha disfrutado, algunas incluso de manera inconsciente, y las vivencias de su propia vida. Sin duda, las experiencias personales son una parte muy importante para desarrollar buenas historias, ellas tratan sobre la vida y los sentimientos que evocan determinadas situaciones, pero lamentablemente no es suficiente. Las grandes historias cuentan con estructuras sólidas que nos conducen a lo largo de las diferentes escenas, una estructura que se forma alrededor de los conflictos de los personajes y el tema que se quiera tratar. Pero no existe una fórmula absoluta, la estrategia para trabajar en narrativa es delicada y requiere de ingenio. Obviar esto provoca los innumerables clichés tan manidos que encontramos más de lo deseado.

Al escribir se debe dar forma a la historia enfocándonos en lo que queremos transmitir en equilibrio a lo que vamos a contar. Trasladar a los lectores la motivación que lleva al protagonista a seguir adelante a pesar de los problemas de su camino, el valor de la muerte de un personaje y la importancia de su sacrificio en contraste con la pérdida que acarreará al resto de la trama, la justicia por la que unos están dispuestos a luchar aunque parezca un sinsentido o las dificultades de aquel que desea sacar la verdad a la luz. La narrativa se nutre de valores y no de sucesos. La esencia de la narrativa es la percepción de la vida de los propios personajes, no sus acciones sino las razones que los han conducido a tal punto.

El mayor inconveniente el contraste de valores que tenemos en la sociedad moderna, tan diferentes como dependientes de la situación de cada uno. A veces los valores vienen condicionados por el entorno, para sentirnos integrados, otras por la incomprensión de lo que nos rodea. Sin embargo, la enorme variedad de valores puede servir para enriquecer nuestra historia, sirviendo ese contraste para generar el conflicto que tanto necesita una obra para mantener en vilo a sus lectores. Pero la ceguera del autor ante valores concretos puede destruir una historia por tratar de imponer una visión sobre la otra, sin comprender que la vida va de conflictos y no de adoctrinamientos.

Querer ser escritor por capricho

Escribir no es un capricho, se trata de un arte que a veces roza la locura

Contar historias es quizás una de las disciplinas artística más antiguas utilizadas por la humanidad. Una actividad que ya desde la prehistoria se practicaba cuando los cazadores y recolectores volvían con el resto del grupo a la cueva segura donde habitaba el resto del grupo. Allí, en torno al calor de las llamas, hablaban sobre sus vivencias en el salvaje mundo exterior, los problemas a los que se habían enfrentado, los lugares maravillosos visitados e incluso las desgracias acontecidas como la muerte de un compañero. Narrar es una práctica unida al ADN del ser humano y con el paso tiempo también se ha convertido en un arte, con diversidad de medios para llegar a los demás con voz, escritura, comic, cine, series, canciones e incluso a través de los videojuegos. Es normal relacionar narrativa con grandes obras, pero tal actividad la vemos a diario al hablar a otros sobre las vacaciones de verano, una anécdota del trabajo o cómo conocimos a nuestra pareja. Todas son historias transmitidas de unos a otros aunque dispongan de menos florituras que las de un libro con cientos de páginas. Nos guste más o menos, las narraciones en sus diferentes formas son una parte fundamental de la sociedad, nos acompañan a lo largo de nuestras vidas, más allá del entretenimiento sirven para comprender el mundo de nuestro alrededor. También nos alientan a convertirnos en escritores aunque muchos solo deseen esto por capricho.

La saturación del mercado

En la actualidad, la narrativa se ha convertido en una de las piezas fundamentales del entretenimiento, con una industria que mueve millones de dólares en sus diferentes medios. El mayor ejemplo lo vemos en el cine con cientos de películas cada año. También con las series y la hegemonía de plataformas en línea como Netflix o Amazon Prime Video, con un catálogo amplio para todos los gustos. La situación provoca que dispongamos de infinidad de series para ver, con decenas de capítulos en cada temporada y cientos de horas de contenido para desconectar de lo cotidiano. Ponerse al día en todas las series de moda se convierte en una tarea titánica, pero tal afición es cada vez más extendida sobre todo por aquellos con miedo a los spoilers. Vivimos un momento donde aburrirse es una tarea imposible, o al menos debería, con un bombardeo constante de productos audiovisuales en los móviles que nos acompañan las 24 horas de día. El principal problema es la calidad, del gran volumen de las narrativas que nos llegan solo un pequeño porcentaje son buenas historias de verdad, de esas que nos marcan y mantenemos en la memoria. Permanecemos en una borrachera eterna de consumo de series y películas cuyo contenido desaparece de nuestra memoria casi al instante, pero igualmente no podemos dejar de consumir por los trucos en forma de cliffhangers que nos hacen ansiar el siguiente episodio.

Con la escritura ocurre algo parecido, los autores nóveles tratan de desarrollar sus ideas con ilusión en un mercado rebosante de facilidades, como la autopublicación o los consejos de Internet. La mayoría de los aspirantes a escritores empiezan sus proyectos debido a su afición por consumir las grandes historias del mercado, respaldados por pensamientos en forma de un giro sorprendente en los acontecimientos, un protagonista con un trasfondo desgarrador, un mundo mágico con detalles originales o cualquier otro tipo de idea. Pero cabe explicar que esto no son historias, son ideas aisladas las cuales para sorprender dependerán del camino para llegar a ellas, de la manera de presentar la situación a los lectores y de las consecuencias que arrastrarán posteriormente. La narrativa es un oficio duro, requiere de una gran experiencia para alcanzar la excelencia. Algo incapaz de ser comprendido por autores cegados por un puñado de ideas aisladas.

A veces me cruzo en Internet con escritores nóveles obsesionados por publicar su primer libro, gastando dinero en registros de obras antes al pensar que a primera de cambio cualquiera les plagiará su obra para enriquecerse. Se preocupan de ello en vez de invertir su energía y dinero en mejorar. Después de enviar el manuscrito a varias decenas de editoriales solo reciben respuestas de coedición, es decir, pagar una suma que van de los cientos a los miles de euros para lanzar el libro al mercado. Al final suele acabar con un autor con varias cajas repletas de libros los cuales no podrá vender nunca, y ni siquiera han sido corregidos ni editados correctamente. El resultado lógico cuando alguien se preocupa más por ver su idea publicada antes que preferir aprender un oficio. Consecuencia de la inmediatez a la que nos tiene acostumbrado el estilo de vida moderno de tenerlo todo al instante. Para mí, estos son escritores por capricho. Quieren tener un libro publicado para satisfacer un antojo, para fardar a su entorno o en redes sociales, una afición de postureo sin auténtica pasión. Un deseo lógico por el bombardeo constante de historias consumidas impulsivamente y a la vez por una ilusión de ser un trabajo sencillo con el que ganar dinero fácil. Cuando ganar dinero con la escritura es la parte más difícil. Si de verdad alguien quiere ser escritor después de terminar su primer libro continuará con nuevas obras, sin volverse loco para publicar a cualquier precio, y aprendiendo sobre narrativa. Si los títulos tienen la suficiente calidad tarde o temprano serán recompensados, pero solo con la constancia y el buen hacer.

Verdades que duelen

Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones como escritor

La cruda realidad nos enseña que el primer libro de cualquier autor será terrible. Solo hace falta echar un vistazo a la biografía de autores consagrados para comprobar que se pasaron años escribiendo antes de ver publicada su primera obra. Debemos ser conscientes de las limitaciones en nuestra primera obra, a pesar del esfuerzo requerido para terminar. En general, nadie tratará de utilizar nuestra obra para enriquecerse, si fuese así las editoriales estarían predispuestas a publicar con las mejores condiciones posibles en todos los casos. Escribir es duro, pero hacerse conocido aún más, ya ni hablemos de ganarse la vida vendiendo libros. Ser conscientes de los defectos y carencias de nuestro trabajo es el primer paso para ser un buen escritor. De los errores se aprende y la narrativa no es una excepción, a lo que hay que sumar dedicación y experiencia. También me gustaría recalcar la ausencia de fórmulas mágicas para escribir un libro sin esfuerzo, a pesar de los títulos que así lo afirman en las librerías físicas y digitales. Hay quienes prefieren pagar por una ilusión y vivir tal fantasía en vez de abrir los ojos para trabajar duro y cumplir su sueño.

Al final, si uno quiere convertirse en escritor debe trabajar en ello, olvidando los atajos fáciles y maravillosos que tanto aprovechado intenta colar, con el claro objetivo de escribir. No hay fórmulas mágicas, de ser así nunca veríamos superproducciones con inversiones millonarias convertidas en estrepitosos fracasos. En ocasiones se confunde la sustancia que verdaderamente nos atrapa con el espectáculo y los artificios llamativos. La narrativa debe ser trabajada al milímetro, con sutileza. No hay normas ni estereotipos, aunque sí arquetipos y ciertas formas presentes en la mayoría de historias de éxito. Para ser capaces de abrigar el corazón de los demás con las palabras tenemos que formarnos en un arte que no está preparado para los caprichosos que buscan el camino fácil.

Aprender de los malos libros

malos libros
Nos solemos alejar de los libros que menos nos gustan

Un ejercicio indispensable para mejorar nuestra escritura es leer mucho, aprender de la técnica de los buenos escritores, asimilar los recursos que utilizan y de paso aumentar nuestro vocabulario. Aunque el tiempo es finito y la pila de nuestros libros pendientes cada vez es más grande, los lectores habituales sabrán de lo que hablo. La cuestión es que tratamos de hacernos cada vez más selectivos. Antes de comenzar la lectura de un nuevo libro valoramos si es de los géneros que nos gustan, si su autor es reconocido o lo hemos leído antes, revisamos las críticas que encontramos por Internet, la opinión de amigos y toda información nos ayude a prever si nos gustará.

Yo lo reconozco, hace ya unos años que me he vuelto quisquilloso a la hora de decidirme por un libro. Tengo una larga lista de pendientes bien sea comprados o el punto de mira para hacerme con un ejemplar, y por mucho que digan otros hasta que no me adentro en sus páginas no soy capaz de saber si me gusta o no. Para mí, leer es un ejercicio de entretenimiento pero también de aprendizaje. En mi obsesión por descubrir buenas novelas rechazo toda aquella que no me atrape con su comienzo. Para esto vienen muy bien las primeras páginas gratuitas que se pueden leer en los libros digitales de Amazon. Incluso he aprendido a abandonar lecturas por resultarme pedantes. Al final me he dado cuenta de algo muy importante, los malos libros tienen mucho que enseñar. Nos ayudan a mejorar más que los buenos libros, por lo que deberíamos pensarlo dos veces antes de evitar ciertos títulos.

Primero quiero explicar a lo que me refiero con malos libros. No hablo de aquellos que son un atentado contra la literatura con fallos de ortografía, errores gramaticales, todos sus personajes planos, historias predecibles, aburridas, y sin estructura narrativa trabajada. No, hay que alejarse de los libros con dichas características. Cuando hablo de malos libros me refiero a aquellos que tienen tanto puntos buenos como malos a partes iguales. Sagas con su legión de seguidores pero que uno puede encontrar fallos que, sin ser muy frecuentes, cuando aparecen desafinan el conjunto. Cuando un protagonista es un Mary Sue, cuando resuelven conflictos con Deus Ex Machina, hay elementos del mundo incoherente o simplemente si notamos que se pasan con las descripciones.

Los errores que he explicado son fáciles de localizar, a diferencia de un libro de calidad que tendríamos que analizar a fondo su estructura, diseño de personajes, diálogos, etc. Cuando detectamos un error en la lectura que nos saca del contexto somos conscientes. Un buen libro nos atrapa y devoramos sus páginas para saber qué pasará a continuación, no nos damos cuenta de la razón, solo queremos más. Habría que estudiarlos. Los malos libros nos enseñan rápidamente, cuando encontramos errores los recordamos, e incluso podemos apuntarlos en una libreta. Cuando escribamos en el futuro nos alejaremos de aquellos diálogos con tan poca personalidad, evitaremos recursos manidos o adjetivos tan evidentes. Los malos libros nos enseñan a cómo no escribir, y ya es algo, incluso a veces tienen buenas historias, algún personaje memorable o situaciones divertidas, a pesar de los baches que estropean un poco la experiencia. Quizás debamos empezar a valorarlos como es debido los malos libros. Aunque siempre podemos abandonarlos para comenzar la siguiente lectura que espera en nuestra mesita de noche.

El futuro de MdL

rumbo mundos de leyendas

Se acabó lo bueno, las vacaciones y el descanso. Aunque en Mundos de Leyendas ha sido un periodo de trabajo y reflexión. La principal novedad que os traigo es sobre la web. Ya no pertenece a wordpress.com. He contratado mi propio dominio, tratando de migrar los artículos e información sin apenas cambios. Creo que lo he conseguido. Ahora cuento con mayor comodidad para trabajar y añadir plugins que mejoren la experiencia.

Otra noticia es que tengo un nuevo libro en proceso de corrección. Todavía falta portada, maquetar e incluso concretar el título, pero en poco tiempo estará listo. Se trata de un manual para escribir libros. He notado que existen un sinfín de obras pero se centran sobretodo en detalles de publicación o promoción. He reunido recursos y herramientas que ayudarán a escritores nóveles sin conocimientos profundos en estructuras narrativas.

Por otro lado, se acaban las reseñas. Al menos de la manera que las trabajaba. Si queréis conocer la opinión sobre los libros que leo seguidme en Goodreads o en Twitter. Lo que tengo planificado es hablar de ciertas obras profundizando en sus temáticas y referencias. Reportajes sobre grandes obras que atraigan a lectores de ciencia ficción y fantasía. He pecado al crear excesivos artículos sobre recursos para escritores, algo que ha frenado mi objetivo de escribir historias de ciencia ficción y fantasía. Los artículos sobre escritura serán menos frecuentes pero tratares de que sean más relevantes, aunque depende de la aceptación del libro sobre escritura que mencioné antes.

Si encontráis problemas con la web, de descuadres o enlaces rotos, por favor contactad o comentad por aquí. Seguro que he pasado detalles por alto. Pronto más contenido.

El alimento de la musa

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La Musa con lira de Leopold Schmutzler

La musa, la inspiración, el arte, la creatividad, las ganas de escribir. Existen muchos nombres para referirnos a lo mismo, a esa fuerza invisible que nos inunda de ideas y nos alienta a escribir (en el caso de los escritores). Hay quienes nos cuentan consejos para atraerla mientras que otros rechazan su existencia como tal, asegurando que las grandes obras se consiguen con perseverancia y experiencia.

Para mí, la musa es un estado de lucidez, o embriaguez, cuando estamos rebosantes de energía y nada limita nuestras ganas de escribir, cuando las idean brotan con coherencia y somos capaces de plasmar nuestras ideas con palabras adecuadas. La inspiración nos persigue cuando le viene en gana. Si la agarramos demasiado fuerte se desvanece y si mantenemos una extrema prudencia se nos escapará de entre los dedos.

Hace bastantes meses, más de un año para ser concreto, priorizaba el contenido de este blog frente a mis proyectos literarios. Cuestiones de marketing online, si no tienes blog no eres nadie, si no escribes contenido de calidad nadie conocerá tu página y sin lectores nadie contratará tus servicios, comprar libros en mi caso. El problema surge cuando transformas una afición que amas en una prioridad, sin llegar a ser un oficio por los precarios ingresos.

Cuando nos vemos obligados a trabajar con desgana esa pasión se convierte en sufrimiento y solo pensamos en acabar, en vez de crear arte. Y créeme que la inspiración vive de la pasión, ese es su alimento. Tras esforzarme en mis artículos: pensar temas, documentarme, escribir, revisar, SEO, etc., me quedaba sin ganas para dedicar tiempo en mis libros. Escribir me quemaba.

Mi propio blog se había convertido en una verdadera molestia. Cada vez que pensaba en él lo repudiaba. Escribía por inercia algunos de los temas planeados. Aunque por encima de todo estaba el sentimiento de derrota y por eso continué, no quería abandonar el trabajo de los últimos años. Si mantenía la misma dinámica durante mucho tiempo acabaría desapareciendo sin previo aviso, por envenenar mi creatividad. Cansado, vencido. Prefiero prescindir de la importancia del blog como herramienta de marketing, para que sea mi confidente y no una obligación.

Gracias a esto, he trabajado más en mi novela últimamente. Había olvidado el amor de crear, de introducirme en mi cosmos interno para darle forma. Casi lo pierdo todo por la ambición de trabajar el marketing ciegamente. Casi quedo atrapado en un cuerpo anciano con la viveza de un niño en el interior incapaz de utilizarla. Por ello, a partir de ahora mis ganas y mi escritura remarán en otra dirección, al lugar donde realmente deseo estar. Por eso mismo os aconsejo escribir lo que os gusta, porque solo así la musa os acompañará durante el camino.

La felicidad de vivir en una mentira

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2B, protagonista de Nier: Automata

Una idea que ronda por mi mente desde hace bastantes años, diría que desde la adolescencia, es sobre las mentiras que nos inculcan a la masa social los grupos que se benefician a nuestra costa, con mayor o menor repercusión pero generalmente por motivos económicos. Ahora podría dejaros una lista con ejemplos, algunos evidentes y otros que os sorprenderían e incluso negaríais, pero pienso que sois mayorcitos como para cuestionar vuestras propias creencias e ideologías. O no, me da igual. No pretendo sacar el tema de la conspiranoia. De lo que quiero hablar es sobre dos obras que tratan el tema.

En 1938 el autor esloveno Vladimir Bartol publicó la novela Alamut, donde nos presenta la historia de Hassan-i Sabbah en la fortaleza Alamut y la creación del clan de los hashshashín (término del que derivaron en muchas lenguas la palabra asesino y fuente de inspiración de la saga de videojuegos Assassin’s Creed). Hassan es un profeta persa del siglo XI que trata de adiestrar un ejército para derrocar el imperio que domina Irán. Sus métodos para preparar las tropas implican un férreo entrenamiento físico y el adoctrinamiento mediante la palabra del profeta, donde no hay cabida para cuestionar. Lo que hoy día se asemejaría con el terrorismo islámico.

Lo más interesante de esta obra es la doble cara de una misma realidad. Hassan en su juventud conoció los secretos del ismailismo, con el lema: Nada es una realidad absoluta, todo está permitido. Quizás conozcas esta idea como Nada es verdad, todo está permitido, eslogan del postmodernismo. El profeta descubrió el engaño de las religiones y los dirigentes para someter a los ciudadanos de a pie. Lo más lamentable fue cuando trató de avisar a la sociedad de la ignorancia en la que vivían, lo trataron como a un charlatán loco. Al final, tomó la decisión de utilizar las mismas armas del engaño e idea un plan para crear a los asesinos perfectos, que no duden en morir por una causa inventada.

Su autor era psicólogo y filósofo por lo que la manera de tratar estos temas no son simples herramientas narrativas. En su libro plantea temas profundos, utilizando personajes históricos y las leyendas que nos han dejado. Con puntos de vistas que contrastan y una sensación amarga cuando comparamos la temática con situaciones actuales.

La segunda obra de la que quería hablaros es Nier: Automata, un videojuego del japonés Yoko Taro. Una historia de ciencia ficción donde abandonamos el pasado para saltar miles de años en el tiempo, precisamente al 5204. La humanidad vive refugiada en la Luna mientras unos androides de apariencia humana luchan contra robots controlados por una raza alienígena. Encontramos temas muy interesantes como androides y robots que comienzan a desarrollar actitudes humanas, como sentimientos o emociones, búsqueda de la verdad, identidad de género, etc.

Una de las ideas principales que Nier: Automata nos plantea es sobre como los objetivos nos muestran el rumbo a seguir. Aunque esos objetivos sean falsos o tengan un sentido distinto al que creemos. Los objetivos definen a las personas, nos definen a nosotros. Sin ellos estaríamos vacíos. Por ello es tan difícil renegar a nuestras creencias.

El videojuego que al principio parece ser una nueva forma de salvar a la humanidad acaba cuestionando la propia existencia, con montones de detalles y matices que enriquecen la experiencia. Y la banda sonora más hermosa que escucharéis jamás en un videojuego.

Siendo sincero, saco a relucir este post a consecuencia del anterior. Digamos que se ha tambaleado el rumbo hacia donde conducía mi blog, las creencias que tenía sobre él. He tratado de contar los secretos que he ido descubriendo sobre la narrativa. Secretos encontrados al leer libros de escritura a cada cuál más mediocre, diseccionando las fórmulas del éxito de las obras más grandes que he conocido y escarbando por cientos de webs con demasiado relleno, donde sus autores lo único que buscan es que les pagues por los servicios que ofrecen.

He pecado de ingenuo y atraído a muchos visitantes que chupaban la información y se largaban a cuales quiera que fueran sus intereses, cuando lo que yo buscaba era transmitir ideas con forma de historias. A partir de ahora trataré de guardarme muchos secretos, avisados quedáis. Porque lo que busca la mayoría son falsos profetas que les indiquen un rumbo, cualquiera con tal de mantenerse ocupado. Pensar queda solo para los más valientes.