Una idea que ronda por mi mente desde hace bastantes años, diría que desde la adolescencia, es sobre las mentiras que nos inculcan a la masa social los grupos que se benefician a nuestra costa, con mayor o menor repercusión pero generalmente por motivos económicos. Ahora podría dejaros una lista con ejemplos, algunos evidentes y otros que os sorprenderían e incluso negaríais, pero pienso que sois mayorcitos como para cuestionar vuestras propias creencias e ideologías. O no, me da igual. No pretendo sacar el tema de la conspiranoia. De lo que quiero hablar es sobre dos obras que tratan el tema.
En 1938 el autor esloveno Vladimir Bartol publicó la novela Alamut, donde nos presenta la historia de Hassan-i Sabbah en la fortaleza Alamut y la creación del clan de los hashshashín (término del que derivaron en muchas lenguas la palabra asesino y fuente de inspiración de la saga de videojuegos Assassin’s Creed). Hassan es un profeta persa del siglo XI que trata de adiestrar un ejército para derrocar el imperio que domina Irán. Sus métodos para preparar las tropas implican un férreo entrenamiento físico y el adoctrinamiento mediante la palabra del profeta, donde no hay cabida para cuestionar. Lo que hoy día se asemejaría con el terrorismo islámico.
Lo más interesante de esta obra es la doble cara de una misma realidad. Hassan en su juventud conoció los secretos del ismailismo, con el lema: Nada es una realidad absoluta, todo está permitido. Quizás conozcas esta idea como Nada es verdad, todo está permitido, eslogan del postmodernismo. El profeta descubrió el engaño de las religiones y los dirigentes para someter a los ciudadanos de a pie. Lo más lamentable fue cuando trató de avisar a la sociedad de la ignorancia en la que vivían, lo trataron como a un charlatán loco. Al final, tomó la decisión de utilizar las mismas armas del engaño e idea un plan para crear a los asesinos perfectos, que no duden en morir por una causa inventada.
Su autor era psicólogo y filósofo por lo que la manera de tratar estos temas no son simples herramientas narrativas. En su libro plantea temas profundos, utilizando personajes históricos y las leyendas que nos han dejado. Con puntos de vistas que contrastan y una sensación amarga cuando comparamos la temática con situaciones actuales.
La segunda obra de la que quería hablaros es Nier: Automata, un videojuego del japonés Yoko Taro. Una historia de ciencia ficción donde abandonamos el pasado para saltar miles de años en el tiempo, precisamente al 5204. La humanidad vive refugiada en la Luna mientras unos androides de apariencia humana luchan contra robots controlados por una raza alienígena. Encontramos temas muy interesantes como androides y robots que comienzan a desarrollar actitudes humanas, como sentimientos o emociones, búsqueda de la verdad, identidad de género, etc.
Una de las ideas principales que Nier: Automata nos plantea es sobre como los objetivos nos muestran el rumbo a seguir. Aunque esos objetivos sean falsos o tengan un sentido distinto al que creemos. Los objetivos definen a las personas, nos definen a nosotros. Sin ellos estaríamos vacíos. Por ello es tan difícil renegar a nuestras creencias.
El videojuego que al principio parece ser una nueva forma de salvar a la humanidad acaba cuestionando la propia existencia, con montones de detalles y matices que enriquecen la experiencia. Y la banda sonora más hermosa que escucharéis jamás en un videojuego.
Siendo sincero, saco a relucir este post a consecuencia del anterior. Digamos que se ha tambaleado el rumbo hacia donde conducía mi blog, las creencias que tenía sobre él. He tratado de contar los secretos que he ido descubriendo sobre la narrativa. Secretos encontrados al leer libros de escritura a cada cuál más mediocre, diseccionando las fórmulas del éxito de las obras más grandes que he conocido y escarbando por cientos de webs con demasiado relleno, donde sus autores lo único que buscan es que les pagues por los servicios que ofrecen.
He pecado de ingenuo y atraído a muchos visitantes que chupaban la información y se largaban a cuales quiera que fueran sus intereses, cuando lo que yo buscaba era transmitir ideas con forma de historias. A partir de ahora trataré de guardarme muchos secretos, avisados quedáis. Porque lo que busca la mayoría son falsos profetas que les indiquen un rumbo, cualquiera con tal de mantenerse ocupado. Pensar queda solo para los más valientes.
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