El fuego ha sido uno de los grandes descubrimientos por parte del ser humano, a la altura de la imprenta, el ferrocarril o el propio Internet. Un ente ígneo que baila consumiendo todo lo que encuentra a su paso, capaz de destruir en minutos lo que toda una vida costó fabricar. Sin embargo, abrazó a nuestros antepasados con su calor en las noches más frías del invierno. Cocinó alimentos, haciéndolos evolucionar, para evitar consumir las bacterias putrefactas de la carne cruda. También alejó a las bestias cuando los hombres dormían en el raso, bajo el cielo nocturno.
Pero lo que más me sorprende a día de hoy es el poder seductor de las llamas, como nos atrapa al posar la mirada en sus danzarinas lenguas flamígeras. Esa calma que nos invade al ver el verdadero fuego, el de una gran hoguera en medio del campo, el de una buena chimenea capaz de espantar al frio.
En el pasado no existía Internet, ni televisión, ni siquiera radio. En el pasado los seres humanos nos reuníamos en torno a una hoguera para escuchar historias. Pero antes de todo eso, nos quedábamos abstraídos frente al fuego durante horas, leyendo las llamas con la mirada, absorbidos por su misteriosa naturaleza incomprensible en aquel momento. Solo quien ha conocido una verdadera hoguera conoce su verdadero poder seductor, como cuando observamos las estrellas lejos de la luz de la civilización, como cuando nuestros antepasados descubrieron por primera vez el fuego.
Esta noche disfrutad las hogueras de San Juan. Por supuesto, precaución con el fuego y llevaros toda vuestra basura de la playa.
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Bonito texto. Pásalo bien está noche