[Relato] Un bardo en Tierras Salvajes

Fragmento del manuscrito Mundos de Leyendas

espiritu-del-bosque

El posadero vestía una bata sucia por manchas de grasa, mecía la oronda barriga al encaminarse hacia el hombre solitario de cabellos rubios. Primero colocó la jarra de cerámica sobre la mesa.
—¡Cerveza fresca! —balbuceo con tono amigable y la cara colorada a causa del alcohol.
El rubio agarró la jarra para dar un largo trago.
—¿Tocará algo? señor poeta —añadió el posadero con una sonrisa entrañable mientras colocaba el plato de liebre horneada con zanahorias y setas—. Hay que celebrar la vuelta del grupo de batida.
—Primero disfrutaré de tan suculenta comida y refrescaré el gaznate, don Teodoro —respondió el bardo—. Quizás conforme avance la noche me anime a cantar. Me siento algo cansado y por lo que veo han montado un buen festejo sin mi ayuda.
El salón de la posada estaba abarrotado hasta reventar, las mesas rebosaban vida y jolgorio. Los exploradores bebían todo lo que se abstuvieron durante su viaje e incluso más. Berreaban a coro canciones obscenas, comían hasta que no le cabía nada más en la panza. Las mujeres de la aldea acompañaban a sus amantes y las que no tenían se agrupaban entorno a los solteros más codiciados.
Jenna se deslizó junto al bardo con la cara rebosante de alegría y el jubón medio abierto mostrando un generoso escote.
—Dante, cariño —decía apartándose el flequillo del ojo derecho con la mano—, ven a escuchar las historias de los exploradores, te inspirarán en tus canciones.
Dante cesó de comer y limpió su boca con la servilleta. Le dedicó a Jenna una mirada lasciva, le agarró el brazo y la acercó para sí con suavidad.
—Estoy demasiado molesto con el regreso de los exploradores —dijo Dante con ironía—, me sentía más a gusto con todas las mujeres de Siruna para mí solo.
—¿Por eso has tenido la cara tan larga durante todo el día de hoy?
—Escuché algunas historias de los cazadores que llegaron este medio día, hablaban cosas terribles sobre el bosque. Cuando llegué a los pueblos de las Tierras Salvajes mi intención era conocer el mundo tal y como fue antes de la llegada de los hombres, quería encontrarme con la naturaleza salvaje y libre.
—Ya sales con tus vocablos de poesía y sentimientos. Los cazadores siempre aprovechan la vuelta para soltar sus cuentos del bosque.
—Esas torturas contra las tribus salvajes me sobrecogen el alma.
Jenna acercó su cara y Dante la besó con dulzura.
—Soy un artista, mi especialidad son los romances, no la violencia. Me recreaba divagando cuál puede ser la razón para que no convivamos todos juntos en armonía, y abandonar ese derramamiento de sangre sin sentido.
Jenna abrazó a Dante dibujando una sonrisa en su cara.
—Sería bueno que ocurriera pero esos idiotas son unos tercos. No permiten que trabajemos las tierras, nos moriríamos de hambre. Prohíben la tala de árboles, ¿dónde dormiríamos por las noches?¿En cuevas?¿Cómo nos protegeríamos de las bestias salvajes?
—Dormirías conmigo, por supuesto. No tendrías razones para preocuparte. Te protegería de todas las bestias del mundo.
—¿Ha vuelto tu gusto por la lucha? —preguntó Jenna aguantando la risa y ruborizada—. Ahora hablas como un guerrero. Sé que solo lo dices para impresionarme.
—En mis viajes he aprendido algunos movimientos de espada, que esté en contra de las matanzas no quiere decir que no sepa luchar y defender a las personas que quiero.
Dante se deshizo del tierno abrazo de Jenna para poner su atención en el plato.
—¿Qué has escuchado de los exploradores? —añadió Dante antes de llevarse un trozo de carne a la boca.
—Cuentan historias sobre los enfrentamientos contra los elfos, o si acaso como cazaban alguna bestia. Hablan, también, sobre un terreno lleno de recursos en el cinturón exterior de Hyeughtea.
—Hyeughtea, el Bosque Eterno —murmuró el bardo—. Es demasiado osado ir a las puertas del País de los Elfos.
—Ese es el problema, es terreno de los salvajes. Sería pecado no aprovechar unas tierras tan ricas. El bosque es harto frondoso, que se queden dentro cantándole a los ciervos y orando a los arboles antiguos.
—Me asustas cuando hablas como un gobernador —reprochó Dante y luego sorbió la cerveza.
Una escandalosa ovación interrumpió desde el otro ala de la taberna.
—Un brindis por Iaren, cazador de elfos —bramó alguien.
Toda la taberna alzó su copa, Iaren aludía con modestia.
—¿Sabes sobre la salvaje que apresaron? —preguntó Jenna.
—No —mintió Dante mientras negaba con la cabeza.
—Entonces escuché algo que te interesará saber —dijo con entusiasmo—. Iaren capturó a una elfa salvaje, una autentica y no de esas que viven marchitas y prisioneras en la ciudad, o faenando en las alquerías. Encontraron a tres elfos errantes, ocurrió mientras los hombres investigaban una beta de minerales en las proximidades del bosque. Los emboscó antes que notaran su presencia.
—Ese Iaren —cortó Dante— debe de ser muy bueno si es capaz de sorprender a unos elfos en su propio terreno.
—Sin él solo nos resignaríamos a vivir en los alrededores de la aldea. Pero deja de interrumpir. Descubrió a los elfos y preparó su arco, la primera flecha acertó en la cabeza de uno de ellos, con la segunda atravesó la garganta de otro. Los elfos no pudieron reaccionar ante la destreza de Iaren.
»Cuando tensó la cuerda, a punto de disparar la última flecha, se percató de que era una hembra. Agarró las boleadoras y se las lanzó a las piernas, atrapándola. La semana próxima la enviaremos a la capital para venderla en la casa de subastas. Se pagan auténticas fortunas por ellas, será una bonita esposa para algún caprichoso adinerado.
—También podría ser la puta más cara en un burdel.
—Olvida los dramatismos, con lo que ganemos contrataremos mercenarios para deshacernos de esos salvajes y construiremos una ciudad prospera. Debería alegrarse de seguir con vida.
Dante terminó de comer y apuró la bebida. Luego sacó el laúd del estuche para afinarlo.
—Tiene el color de ojos violeta —siguió Jenna—. Dicen que es una hermosura, que enamora con solo mirarle a la cara.
—Ahora sí que has llamado mi atención —le instó Dante con una sonrisa picarona—, no podré descansar hasta admirar tal belleza por mí mismo y conquistar su corazón.
Jenna torció el semblante dispuesta a soltar un reproche pero se percató de las intenciones de Dante y lo dejó pasar. El bardo se acomodó en la silla disponiendo el laúd sobre su regazo, afinó las cuerdas del instrumento bajo la expectante mirada de Jenna.
Con calma y gran maestría en los dedos tocó un acorde, luego una potente y melódica voz embaucó el ambiente ofreciendo un regalo para los oídos. Poco a poco todos callaron para prestar atención a la canción, algo impensable cuando minutos antes la posada cargaba con graves conversaciones embriagadas, mezcladas con el estruendo de platos y vasos.
Entonaba un fragmento de la canción de Adarco el Cazador, que narraban las gestas del héroe de las leyendas antiguas anteriores a los hombres. Era capaz de acertar con su arco a media legua de distancia. Las estrofas penetraban en los oídos hasta dibujar en la mente parajes extraordinarios de bosques milenarios y vírgenes, por cuya floresta corría Adarco con su fiel compañera, Valka la Loba.
Perseguían el rastro de un gran venado que los despistó en el corazón del bosque, allí donde irradiaba un áureo manantial que bañaba a la vegetación con el reflejo de la luz. El espíritu que guardaba el bosque tomó forma de dríada con vestido de hojas, piel de plata y cabellos dorados. Amansó a Velka y enamoró perdidamente a Adarco con la pureza de su corazón. Fruto del romance nacieron los primeros elfos en un mundo donde tan solo convivían los dioses junto a los gnomos y a la madre naturaleza.
Cuando la canción finalizó, los presentes se sentían como recién levantados de una breve y reconfortante siesta acompañada por un agradable sueño. La posada estalló en júbilo y volvieron las risas y la juerga, el posadero repartió bebidas para todos.
El bardo se levantó y en esta ocasión tocó de pie, eran acordes que todos conocían e hizo que estallaran las palmas, poco a poco se amoldaron al ritmo de la música. Dante cantó y el resto les acompañó a coro con El Brindis de Yuca la mediana, canción que Yuca compuso en la corte del rey Morhon, brincando y bailando sobre la mesa real. Pocas eran las fiestas donde no se escuchaba.
La gente continuó cantando a pesar de que Dante detuvo su instrumento. Coreaban aunque tuvieran una voz horrorosa sin ritmo alguno, danzaban taconeando sobre el suelo de madera, las mujeres hacían bailar sus faldas con gracia. Bebían y reían tanto como le permitían sus fuerzas.
Dante se aproximó hasta la puerta de la posada y se apoyó contra la pared observando con entusiasmo la panorámica. Buscó entre el gentío hasta encontrarla a ella. Miró a Jenna por última vez, admirando como bailaba, como reía y disfrutaba del momento.
Sabía que más tarde le buscaría preocupada y al día siguiente, probablemente, lo odiaría. Se despidió de todos en silencio, de aquella gente que le acogieron con buena voluntad durante las últimas semanas.
A Dante nunca le gustaron las despedidas.

Continuará…

Nota del autor: Este relato forma parte del manuscrito incompleto a día de hoy de Mundos de Leyendas. El texto y los nombres no son los finales.

[Relato] Fugitivo

Era por la noche en el bosque Esmeralda, los murciélagos batían las alas surcando por la oscura bóveda que formaban las copas de los robles. Los dos prófugos atravesaban la floresta como una flecha con rumbo incierto.
Hace dos lunas los fugitivos aprovecharon un despiste de la guardia para escapar de su cautiverio en fortaleza del señor Rosh, defensor de las tierras norte de Aradanta. Arrancaron a pedradas las cadenas que antes aprisionaban los grilletes que todavía permanecían en sus muñecas.
–Mis pies flojean, necesito un respiro –dijo Darlo, en un vago intento de convencer al Yurk.
–Los arandon sois hombres endebles –reprochó Iru, el portador de la gruesa rama a modo de garrote–. Estamos en peligro, la oscuridad del bosque nos ampara pero no luchará por nosotros.
Darlo frenó en seco, jadeando fuerte. Iru se detuvo junto a él.
–Lo siento, necesito un respiro.
–No te preocupes, en la tribu de los Yurks nunca abandonamos a un compañero.
Iru lo agarró del hombro para ayudar a que se sentara sobre unas raíces nudosas, luego se agachó y puso el oído sobre la tierra. Trataba de escuchar los sonidos del bosque, vigilaba por si alguien se aproximaba.
–Hay calma en el bosque, alrededor los animales revolotean por nuestra culpa.
En la penumbra del bosque todo parecía calmado, sólo se distinguía la respiración ronca de los fugitivos, las sombras formaban siluetas siniestras en los rincones donde la plateada luz de la luna alcanzaba con dificultad. El viento arrastró consigo un ulular que sobresaltó el silencio.
–Mira –vociferó Darlo señalando–, en aquellas ramas.
Un búho vigilaba majestuoso con sus penetrantes ojos dorados desde arriba, desde la copa de los árboles. Iru busco piedras por el suelo y entre blasfemias las arrojó al rapaz que escapó volando.
–Fuera demonio de mal agüero –gritó–. Los ojos de esa criatura están conectados con la visión de los dioses. Nos acechan para entretenerse, huelen nuestra muerte. Debemos continuar.
–Solo un momento –reclamó Darlo.
Pero no disponía del tan preciado tiempo. El sonido de un disparo los alertó y un haz de luz iluminó el bosque para luego impactar a los pies de Darlo. La excusa fue perfecta para iniciar la carrera de nuevo.
El guardia corría incansable tras los delincuentes, les pisaba los talones. Cubría su cabeza con un casco brillante de plata, el torso desnudo lo inundaban tatuajes tribales y lucía tres plumas de colores en el colgante. En las manos portaba un rifle láser de precisión y de la espalda pendía un mandoble.
–Si continuamos a este ritmo nos atrapará –dijo Iru.
–Ese que nos persigue es buen tirador, casi acierta a pesar de la distancia –soltó Darlo exhausto.
–No te preocupes, tengo un plan para escapar de esta.
–Cuéntame más, ayudaré en lo que pueda.
Iru clavó su mirada en él y dibujó una sonrisa malévola.
–Esa es la idea.
Acto seguido golpeó con la rama en la rodilla de Darlo, la fuerza del impacto le hizo caer y rodar por entre unos matorrales.
–Maldito –bramó desde los suelos.
Con un esfuerzo sobre humano se levantó, con el dolor de la rodilla ensangrentada avanzaba lento, cojeaba. Aun así luchaba por su libertad.
Iru huyó como una gacela amenazada. Desapareció entre el laberinto de árboles, guarecido por la oscuridad de la noche. Los gritos de Darlo reclamando ayuda se perdían sin respuestas a su espalda.

A la mañana siguiente, Iru dormía en el hueco formado por las raíces nudosas de un árbol caído. El sueño tardó en apoderarse de él pero el cansancio ayudó.
Se sobresaltó por unos leves golpes latiendo sobre su espalda. Veloz abrió los ojos y ante él se erigía un hombre de mediana edad, arropado con una sucia túnica gris bajo una capa harapienta color musgo. Se apoyaba sobre un largo bastón de metal, bastante oxidado y con ornamentos desgastados. Era bastante escuálido y con la piel arrugada, cualquiera lo confundiría con un anciano de no ser por la larga barba negra, desprovista de cana alguna.
–Pensaba que estabas muerto –habló el ermitaño, observando con curiosidad, con grandes ojos negros y penetrantes. Dio un golpe de bastón en un grillete–. Con eso en las muñecas y un aspecto tan descuidado diría que escapaste de la fortaleza de Rosh.
Iru se levantó sin añadir nada, demasiado tenso.
–Un proscrito. Je, je, je. –El ermitaño enseñó sus dientes amarillos al reír–. Es nuestro día de suerte.

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Inspiración

Inspiración: “Estímulo que anima la labor creadora en el arte o la ciencia.

La también llamada musa, la fuente de ideas que nos hace avanzar en nuestros proyectos creativos. Es un error esperar a que llegue, perderemos nuestro preciado tiempo, pues es caprichosa e inesperada. Entender el funcionamiento de nuestra inspiración ayuda pero por mucho que lo deseemos es imposible de domar del todo. Por ello hay que continuar con nuestros proyectos, para cuando llegue te pille trabajando.
Si buscamos por Internet encontraremos numerosas listas detallando actividades inspiradoras, me han parecido más actividades relajantes que útiles. Ojo, el estar relajado y en un ambiente cómodo ayuda.
En mi caso concreto hay varias actividades que fortalecen mi inspiración.
La música, gran fuente de sentimientos. La música clásica, ópera, bandas sonoras, instrumentales e incluso electrónica, todas ellas evocan en mi cabeza escenas, situaciones para escribir. Me hacen ver mundos nuevos. Eso sí, canciones con letra en rara ocasión me ayudan, y si lo hacen lo que cuenta limita mis ideas, me inspiran sobre lo que hablan. Mientras más abstracta es la música más potente será nuestra inspiración.
Leer. Los textos me ayudan de dos maneras distintas. Primero con los estilos, ver como escriben otros autores, como se expresan y cuáles son sus recursos lingüísticos a la hora de presentar personajes, situaciones o escenarios. Si nos fijamos como lo hacen otros escritores donde se nos hace difícil, desarrollaremos mejores técnicas hasta encontrar nuestro estilo propio. También, leer, ayuda a inventar nuevas historias. Muchas veces prevemos que ocurrirá más adelante por los distintos acontecimientos. Cuando ese momento que esperamos no ocurre, ya tenemos una idea. En nuestras futuras historias puede pasar.
La lluvia de ideas. Cuando me quedo estancado a veces quedo con uno o varios amigos al que le comento o paso mis textos, me ayudan a buscar nuevas ideas o a modificar las que tengo. Por ello busca amigos para compartir tus historias, sin preocuparte de desvelarles secretos o partes inconclusas. Serán de gran ayuda para apreciar tus puntos fuertes y flojos, pídeles que no se corten en los aspectos negativos. Internet también sirve enseñar escritos, si tus amigos no son muy lectores.
Dibujar. Esto me sirve sobre todo para definir personajes, a veces los dibujo, no tienes que ser bueno en ello. A la hora de presentar al personaje me hace verlo con más claridad.

inspiracion

Ahora quería comentar un caso concreto, sobre uno de mis relatos: Malditos. Si no lo has leído te invito a hacerlo. Corre, ahora desvelare algunos detalles sobre él. Es la historia de la que me siento más orgulloso, de momento.
La historia original de ese relato la escribí un par de años antes de editarla y darle la forma final. Poco tenía que ver con el resultado al publicarla. Cuando aparece el personaje femenino, la Hija de la Luna, sentía un momento de estancamiento creativo. Por aquella época salió un videojuego, Bloodborne, de fantasía en una ficticia época victoriana y de escenarios horripilantes. No tenía consola para jugarlo así que busqué la banda sonora.
Escuchando Moonlit Melody, escribí el momento que el protagonista escucha los canticos de la chica a la luna nueva, ella no cantaría sin esa canción. Para mí, ella canta esa misma canción en el relato.
Moon Presence me valió para inspirarme en los momentos de acción que suceden más adelante, para meterme en situación y soltar las palabras.
Por ello, explotad vuestras fuentes inspiradoras, porque esperar a que lleguen solas es mala idea. No perdáis el tiempo y escribid.

[Relato] Campo de Rosas

—Informe sobre el último escáner del terreno, cabo Willians. En breve contactaré con el Nido —ordenó la teniente Irons observando el paisaje desde la cabina de control del Halcón, avión de reconocimiento militar.
—Sin rastro alguno de las tropas terrestres, teniente. Las lecturas termales no distinguen nada entre la espesura del campo de rosas. Deberíamos volver.
Los militares de la Federación Galáctica arribaron en el planeta Adonia. Se encontraron que gran parte de él lo cubría una extraña vegetación, una especie de helecho de grandes hojas acorazonadas de color magenta, por ello apodaron los prados como campo de rosas. Cuando las primeras tropas de infantería tocaron tierra se perdió el contacto en poco menos de una hora, se esfumaron sin dejar señal alguna. El halcón sobrevolaba por una llanura en busca de respuestas.
—Esas plantas son un problema para la observación. Abrid transmisión con el Nido.
La teniente Irons ajustó el micrófono de su casco.
—Halcón cuatro a Nido.
—Aquí Nido, ¿cuál es la situación?
—Los instrumentos muestran lecturas anómalas. Los campos de rosas interfieren en el escaneado. Pido permiso para regresar.
—Permiso denegado, Halcón cuatro. Continuad con las labores de rastreo. Corto.
—Cabo Willians, ya ha escuchado las ordenes. Realizaremos varias pasadas más por el terreno asignado. Comprobaré visualmente desde el módulo de artillería.
La teniente atravesó las entrañas del aparato hasta llegar a la cola, donde se ubicaba el puesto de disparo. El soldado Briggs custodiaba el mecanismo de la ametralladora pesada. Al verla llegar se apresuró con el saludo.
—Teniente.
—Descanse soldado.
Irons colocó un cigarrillo en su boca y lo prendió.
—Los instrumentos son incapaces de detectar nada en el campo de rosas —agregó—. Eres el único que tiene contacto visual, ¿algo llamó tu atención?
—La vegetación se agita como un oleaje marino. Me da mala espina esté lugar, puede que sean imaginaciones mías pero a veces parece que algo se mueve ahí abajo.
—¿Animales?¿Miembros de la infantería?
—No estoy seguro. Tanto tiempo observando el mismo color me provoca alucinaciones.
El comunicador instalado en el casco de la teniente zumbó.
—¿Alguna novedad? —respondió con brevedad.
—Hemos perdido el contacto con el Nido y el resto de Halcones. He mandado revisar la antena de comunicaciones. Puede que sean interferencias.
—Vuelvo en seguida.
No le dio tiempo, un fuerte estruendo interrumpió su regreso. Llegó acompañado de una sacudida. La teniente cayó al suelo. Las señales de alarma, las luces rojas retumbaron en el aparato.
—¿Qué ocurre? —bramó la teniente.
—Han impactado la nave —anunció el cabo Willians desde el puesto de control—, caemos en picado.
—¡Teniente —gritó el soldado Briggs—, atrás!
El módulo de artillería pendía del resto del avión, el impacto fue cerca de allí. El viento golpeaba con fuerza. Un crujido reveló el gran problema en el que se encontraban. La cola se desprendió. Briggs y la teniente Irons gritaron desesperados mientras caían sobre el campo de rosas.

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Frontera entre Ciencia-Ficción y Fantasía

Ciencia-ficción y fantasía comparten gran parte de la misma comunidad literaria, aunque muchos sólo lean uno de los géneros, el mejor ejemplo es verlos acompañados en los estantes de las librerías. Pero busquemos el límite que sirve de discusión para algunos, ¿dónde está la línea que marca la diferencia entre ambos géneros?
¿Es Star Wars fantasía o Sci-fi? Preguntemos a nuestros conocidos a ver que responden. También podemos crear una encuesta en alguna red social. Es interesante conocer la opinión de la gente pero existe el problema de las creencias que resta rigor al resultado, cualquiera puede opinar pero no quiere decir que tengan razón. A la hora de escribir hay que determinar una frontera precisa y clara.
Veamos definiciones (En este caso de la wikipedia):
Genero fantástico: “Es un género artístico en el que hay presencia de elementos que rompen con la realidad establecida. Se caracteriza por no dar prioridad a una representación realista que respete las leyes de funcionamiento del mundo.”
Ciencia-ficción: “Es un género especulativo que relata acontecimientos posibles en un marco imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales.”
Concretando, la fantasía es subversiva. Invierte o destruye el orden establecido, viola las normas de la realidad. Por ejemplo con el uso de la magia o seres mitológicos. La sci-fi busca especular con las leyes en vigor y conocidas de la naturaleza, salvo que la historia lo indique y altere ciertas normas.
Volviendo con Star Wars, el poder de la fuerza acaba con toda base científica. Sí, tiene naves, viajes espaciales y extraterrestre pero aún con esas no desarrolla esfuerzo alguno por hacer ciencia. Planetas completamente desérticos con vida común, O completamente pantanosos, etc. Divide planetas como ecosistemas. Funcionamiento de la tecnología poco clara.
La saga toma elementos de sci-fi pero se sostiene en elementos de aventuras, la lucha del bien contra el mal más que especular sobre el mundo hipotético donde se desarrolla la acción.
Esto no significa que la guerra de las galaxias sea peor o mejor, e incluso me declaro fan, simplemente aprendamos a diferenciar el género de las obras.

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[Relato] Génesis

Eva descansaba sobre una espesa manta de tréboles relucientes bajo la luz del sol. Era una niña, tan solo tenía cuatro años. Lucía el pelo rubio claro como la plata y estaba conjuntada con un bonito vestido blanco.
Sus padres le prometieron un paseo en barco después de la comida, por esa razón observaba entusiasmada los veleros que navegaban sobre el lago, con aquellas velas en forma de puntiagudos triángulos rectángulos y todas esas banderas de colores pintorescos ondeando al viento. Al fondo de la impresionante panorámica los picos nevados de las montañas cortaban el cielo azul en el horizonte.
Su padre preparaba carne en la parrilla. Llegaba un aroma embriagador que abría el estomago de cualquiera. Miguel, su hermano mayor, lanzaba la pelota a la perra Laika que ladraba a la vez que brincaba.
Eva buscó con la mirada a su madre, le estaba dando el pecho a su hermana pequeña Marta. Sentada junto a la mesa, acunada bajo la sombra del viejo roble.
Miró directamente al sol sin cegarse, junto a él brillaban las constelaciones de Orión, la Osa mayor, Tauro y Casiopea.
—Estoy soñando —pensó—, las posiciones son incorrectas.
Siempre ocurría lo mismo antes de despertar de la hibernación, soñaba. Era la señal del fin de su letargo, pero en esta ocasión revivía un agradable recuerdo de su infancia. Se acordaba de aquél día, celebraban el cumpleaños de su madre. Comerían junto al lago y por la tarde degustarían una sabrosa tarta de chocolate en un velero.
Eva deseó con todas sus fuerzas que el sueño durara hasta probar la tarta, hacía demasiado tiempo que no disfrutaba de la compañía de su familia, que no los veía, y aquel momento la colmaba de felicidad.
Aunque era consciente de que el sueño terminaría, pronto se disolvería entre las inexorables fauces del tiempo quedando relegado junto al resto de sus recuerdos. Y pronto acabó.
La vista se le nubló y se torció oscura. Aún no era capaz de abrir los ojos. Sentía brazos y piernas entumecidos, medio adormilados. Respiró profundo, marcando un ritmo suave. Relajó los músculos. Dejó la mente en blanco.
Eva abrió los ojos lentamente y se desperezó como pudo en aquel espacio tan estrecho, sin conocer cuánto tiempo transcurrió tras volverse a dormir, si minutos, días, meses o años. Tenía justo delante de la cara un botón grande y redondo con letras iluminadas de un verde fluorescente donde se leía «ABRIR». Lo pulsó de modo instintivo y el sonido de las válvulas hidráulicas resoplaron como un silbato de vapor. Continue reading «[Relato] Génesis»