Networking para tener éxito y la figura de autoridad

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Dependemos de nuestros contactos y popularidad

Tras pasar más de dos años escribiendo artículos en el blog, y mi primer libro casi listo para su lanzamiento, me he percatado del elemento más relevante para triunfar en este mundillo, el networking. Da igual todo lo demás, si tu contenido es mediocre o la octava maravilla del mundo, los contactos y tu influencia es lo que marcará el éxito.

Para los que no sepan de lo que hablo, el networking es la rama del marketing que explica cómo establecer y mejorar las relaciones con otros profesionales del mismo entorno. Con Internet se vuelve una tarea sencilla, aunque sea más profunda de lo que parece.

Seguir a alguien por redes sociales es la primera chispa para entablar relaciones con otros profesionales, en este caso de la escritura pero compatible para cualquier ámbito laboral. Compartir el contenido que nos gusta, comentar artículos de los blogs, enviar correos electrónicos solicitando colaboraciones o pidiendo reseñas de nuestra obra e incluso asistir a eventos para conocer personalmente a otras personas que se dediquen a lo mismo que nosotros.

En estos dos años escribiendo artículos y trabajando en mis historias también he dedicado tiempo a estudiar a las cabezas visibles de la escritura independiente en España. Seguro que os vienen varios nombres a la cabeza. Algunos disponen de mayor calidad que otros, complementan su trabajo como escritores con otros servicios como cursos, correcciones, informes de lectura, orientación y marketing, etc. pero algo que tienen en común es que se mueven por el mismo círculo de contactos, se recomiendan los unos a los otros en post o redes sociales y colaboran entre sus canales de comunicación.

Pero no basta con ponernos en contacto o compartir su contenido para que nos acepten, si lo hacemos nos mirarán con lupa y reflexionarán durante unos instantes si merecemos la pena o ganan algo con nuestra colaboración (básicamente valorarán nuestra calidad y cantidad de seguidores). Aunque no perderemos nada por ponernos en contacto con ellos, lo viable es hacerlo primero con gente de un impacto parecido al nuestro.

Al final dependemos de nuestras habilidades sociales, de nuestra inteligencia emocional, y la calidad de la novela en la que tanto hemos trabajado queda relegada a un segundo plano (aunque es cierto que algo repercute). Quiero aclarar que esto se aleja de una pataleta en la que me queje que soy mejor ellos y merezco más visibilidad (antes debería terminar y publicar alguna de mis obras) sino que vivimos en un mundo donde nos sometemos en mayor medida a la influencia que ejercemos los unos en los otros.

Hace un tiempo escribí sobre la muerte del autor, una idea filosófica sobre la influencia que ejerce un texto sobre el lector y cómo participa el autor.

A partir de este punto, reconozco que mis capacidades sociales no son extraordinarias, incluso diría que estoy por debajo de la media, al esfuerzo de escribir y generar contenido para el blog tengo que sumar la angustia del networking. Mi círculo de contactos no es muy grande, ni pienso que lo haya trabajado lo suficiente, aun así, continuaré escribiendo, estudiando y desarrollando mis habilidades narrativas.

La figura de autoridad

¿Leemos libros o leemos a personas? La figura de autoridad es la persona o entidad que influye para los consumir productos con los que está relacionado. Vemos películas porque nos gusta cierto actor o porque confiamos en su director, compramos un producto o contratamos cierto servicio por que un famoso sale en el anuncio, leemos algún libro porque lo ha recomendado la persona influyente a la que sigo en redes sociales desde hace tiempo.

La figura de autoridad es un atajo. Gracias a Internet muchas personas pueden acceder a nuestro contenido o adquirir nuestro producto. En el caso de los libros de ficción, Amazon facilita la publicación a muchos autores que no tienen que pasar por un proceso de selección editorial. Pero por contra, también ha aumentado la cantidad de libros disponibles y es sencillo comprar un libro con una calidad más que cuestionable y por ello no nos fiamos de cualquiera.

Para nuestra cabeza es más cómodo confiar en alguien popular que rebanarnos los sesos, pensar e informarnos. La figura de autoridad nos condiciona a la zona de confort, nos adoctrina con sus gustos y preferencias. Quizás deberíamos tener en cuenta sus recomendaciones pero siempre con criterio e informándonos por nuestra cuenta antes de actuar como pretenden que lo hagamos. Sin embargo, la misma recomendación por parte de un desconocido o persona poco influyente pasa desapercibida, a pesar de que cuente lo mismo.

Al final, somos responsables de confiar ciegamente en estas personas e incluso influimos en otros en mayor o menor medida. Ahora vuelvo a plantearos la misma pregunta: ¿leemos libros o leemos a personas (o lo que quieren dichas personas)?

Daniel Arrebola
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