Lovecraft fue capaz de inventar mundos que se nutrían de las visiones de sus sueños y una afición por lo antiguo. Actualmente su literatura forma parte de la cultura popular, nos introduce a pueblos remotos que han sido olvidados por la civilización, da forma a criaturas sobrenaturales provenientes de estrellas lejanas que son adoradas como dioses y nos adentra a conocimientos prohibidos que conducen a la locura. Por desgracia, en vida no consiguió publicar ni un solo libro, su trabajo se limitaba a revistas de relatos pulp a las que era asiduo como Weird Tales. Para Lovecraft la escritura era tan solo una afición, nunca consideró que su habilidad fuese la de un profesional. Su trabajo como escritor tomó un rumbo romántico a pesar de sus necesidades económicas. Ya hicimos un repaso a la vida del autor, así que a continuación os hablaré sobre el trabajo de H. P. Lovecraft, sobre sus influencias literarias, el ciclo onírico y el horror cósmico, elementos que dieron origen a los Mitos de Chtulhu.
Los inicios de Lovecraft en la Literatura
Lovecraft tuvo una infancia recluido en su hogar pero su imaginación le hizo viajar a lugares lejanos. Los sueños y la literatura encendieron una llama de creatividad que marcó el resto de su vida. Con 3 años aprendió a leer y con 5 empezó su afición por la fantasía y los mundos extraños gracias a Las mil y una noches, el punto de partida a una influencia de la cultura árabe que se vería reflejada en sus futuros relatos, como por ejemplo el nombre de Abdul Alhazred, el árabe loco autor del ficticio Necronomicón. A los 7 años comenzó a sufrir violentas pesadillas recurrentes que alimentaron su faceta de escritor soñador al aportarle ideas para dar forma a sus mundos. Aunque pasaron décadas hasta plasmar visiones oníricas dentro de sus relatos. Las pesadillas le mostraban lugares pero también criaturas horribles, uno de estos monstruos los denominó “noctívagos demacrados”. Se trataba de seres negros, flacos y viscosos, con alas de murciélago, cuernos, una cola terminada en púa y caras planas sin lucir rostro alguno. Solía agarrarle del estómago para conducirlo por los aires donde solo reinaba la oscuridad hasta que llegaba a sobrepasar torres de ciudades muertas y de geometría imposible, luego le dejaban caer, descendiendo a gran velocidad hasta despertar en un estado de pánico. Durante su infancia también conoció a su gran maestro, Edgar Allan Poe, cuyos relatos despertaron el interés de Lovecraft por el terror.
La influencia de Poe
Lovecraft aprendió a trasladar el prototipo del terror clásico a su propio tiempo, perfeccionando la fórmula que planteó Poe. Abandonó la inspiración gótica, herencia de la historia medieval, con fantasmas haciendo sonar sus cadenas en lúgubres castillos, a un nuevo escenario en Estados Unidos, un país con una historia bastante breve y sin conexión con civilizaciones antiguas con sus propias leyendas y mitos como es el caso de Europa o Asia. La literatura de Poe estaba ligada a lo gótico pero fue de los primeros autores que trasladó el terror de lo externo a lo interno de los individuos. Gracias a los relatos de Poe, Lovecraft escribió sus primeras historias con 8 años, por ejemplo La botellita de cristal, La cueva secreta o El misterio del cementerio. Pocas fueron las historias que sobrevivieron a la quema que hizo el propio autor al considerarlas de muy baja calidad. Tendrían que pasar unos 10 años para que volviera a escribir ficción, durante el resto de su juventud dedicó mayor interés a la poesía y a los ensayos. Los primeros trabajos de Lovecraft están a medio camino de terror externo e interno, y entre lo sobrenatural y lo psicológico. Él mismo declaró en cartas que sus primeros trabajos imitaban inconscientemente a Poe. Con el tiempo trató de desligarse de esta influencia reinventando su estilo literario. Uno de los puntos más criticados de su narrativa es la utilización excesiva de adjetivos, sin embargo este era el medio que empleaba para trasmitir el estado de desasosiego mental de los protagonistas, servían para crear una imagen psicológica de los mismos.
Ciclo onírico
Otro de sus grandes referentes fue el conde Dunsany, autor a quien también cautivó Poe. Por un lado, Lovecraft se alimentó de los relatos de terror de Poe mientras Dunsany hizo lo propio con la prosa poética. En 1919 Lovecraft conoció el trabajo de Dunsany y durante unos dos años mantuvo una clara obsesión hacia sus obras. Con dicha experiencia desarrolló nuevos relatos que combinaban sus ideas anteriores dentro lo que se conoce como el ciclo onírico. Esta etapa le sirvió como vía de escape durante su reclusión antes de la muerte de su madre, una forma de exteriorizar sus sueños y de salir metafóricamente de su querida Providence hasta lugares más allá del tiempo y el espacio.
Una de las grandes carencias de la literatura de Lovecraft fue el desarrollo de buenos personajes, aunque existen algunas excepciones. En 1919 escribió El testimonio de Randolph Carter con uno de sus protagonistas más memorables. Se trata del alter ego de Lovecraft, una proyección propia dentro de sus relatos. A partir de este momento empieza a contar su filosofía a través de los protagonistas, además de experiencias y otras opiniones, como su vuelta de Nueva York o su opinión negativa sobre dicha ciudad. Este relato también da comienzo al ciclo onírico donde mezcla la realidad con las Tierras del Sueño, enseñado el nexo en común de ambos mundos. Lovecraft ya contó fábulas terrenales como Polaris, pero es a partir de este momento cuando habla de una clara relación entre sueños y realidad. Carter aprende a viajar por el mundo de los sueños y hace sucesivas exploraciones por esta tierra onírica tras años de experiencias. Se trata de un tema a veces olvidado cuando hablamos sobre el autor porque su influencia fue mucho menor que el Horror cósmico.
Horror cósmico
Lovecraft tenía predilección por tres temáticas: lo extraño y fantástico, la verdad abstracta y la lógica científica y lo antiguo y permanente. Durante toda su juventud experimentó con estas ideas junto a otras tantas, si leemos varios de sus relatos encontramos un mismo tema que va perfeccionando y añadiendo nuevos puntos de vista hasta encontrar su estilo propio. Siempre bailaba sobre la fina línea que separa lo fantástico del realismo, una seña de identidad de su clara predilección por la ciencia y el terror. La piedra angular de la literatura lovercraftiana gira en torno a un conocimiento que es capaz de conducir a la locura, el horror cósmico.
El horror cósmico plantea un miedo diferente al concepto tradicional. No es miedo a la oscuridad, a la muerte, a sufrir daños graves de animales o a otras situaciones peligrosas. Se trata de una filosofía, una psicología existencial, sobre el riesgo de adquirir conocimientos que los hombres somos incapaces de comprender, es una idea que desplaza al ser humano del centro del universo. El horror cósmico nace de la afición de Lovecraft a la astronomía donde comprendió que el ser humano es insignificante en comparación a la inmensidad del cosmos. El miedo que propone se sitúa en la brecha de oscuridad que hay entre las estrellas del cielo, es el paso del tiempo que reducirá a polvo y olvido al ser humano, son los seres que han habitado la Tierra antes que los hombres y que seguirán aquí cuando nos hayamos ido. Para Lovecraft, el universo es una maquinaria sin ningún propósito donde el ser humano es incapaz de ejercer ninguna influencia verdadera. El horror cósmico nace cuando comprendemos que el mundo que hemos creado es solo un artificio de la sociedad sin finalidad alguna. En este sentido, la ciencia es una disciplina que nos ayuda a comprender el funcionamiento del mundo pero que podría traernos conocimientos prohibidos que replantearían la propia existencia e incluso destruiría nuestra cordura. Ni somos el centro del universo ni el sentido de nuestras vidas cuenta con un propósito divino. Aquí reluce el ateísmo de Lovecraft.
Las principales características del horror cósmico
Es fácil confundir las características de la literatura de Lovecraft, en gran medida por las obras de terceros que tergiversan la filosofía original del autor. El horror cósmico trata una o varias de las siguientes ideas.
- Negación absoluta de la primacía del hombre.
- Existencia de conocimientos prohibidos.
- Ilusión del conocimiento sensorial.
- Supervivencia de seres y entes del pasado remoto.
- Primacía de los sueños sobre la falsedad de la realidad cotidiana.
A partir de estos temas nacieron una serie de elementos y términos con los que la cultura popular relaciona a Lovecraft y su literatura como las ciudades ciclópeas, geometrías no euclidianas, sueños que conducen a otra realidad, libros innombrables y extraños rituales. Nació toda una mitología alrededor del horror cósmico, sobre todo con la figura de los seres extraterrestres que aparecen en sus relatos, unas tradiciones y conocimientos que nos han llegado como los Mitos de Cthulhu. Lovecraft creó todo un universo viviente que se nutrió con un círculo de artistas con los que el autor mantenía amistad o afición por la literatura.
Aunque tras la muerte del autor los Mitos fueron desvirtuados. Quizás lo que muchos entienden a día de hoy como literatura de Lovecraft es un concepto equivocado, sobre todo si tenemos en cuenta la filosofía original que trataba de transmitir el autor. Pero para saber más de este tema tendréis que esperar al siguiente vídeo donde os hablaré con más detalle sobre los Mitos de Cthulhu y el legado de Lovecraft tras su muerte.