Cuando se habla de Lovecraft los mitos de Cthulhu son el tema más recurrente que nos viene a la cabeza. Sin duda, su creación más conocida. El horror cósmico es un género que marca una delgada línea entre la ciencia y lo fantástico, entre lo divino y lo mundano, dando como resultado a los populares seres extraterrestres que dieron forma a los Mitos. Aunque cabe destacar que la figura de los Mitos no fue promovida por Lovecraft. La idea de una mitología se debe a August Derleth, el cual manipuló el concepto original del Horror Cósmico al tomar el relevo de los trabajos del autor tras su muerte, moldeando y difundiendo interpretaciones propias.
Los Mitos de Cthulhu
Lovecraft trabajó en los mitos desde una etapa muy temprana de su literatura, por ejemplos con entidades como Dagon o Nyarlathotep, pero fue con el relato de La llamada de Cthulhu cuando asentó las bases para sus siguientes 10 años como escritor. Lovecraft declaró en su correspondencia que unía sus trabajos porque los veía como un mismo vehículo para transmitir sus ideas y profundizar en su pensamiento. Nunca pretendió crear los Mitos, incluso estaba en contra de dicha idea, los utilizaba de manera irregular siendo a veces el tema central de sus relatos y otras solo los mencionaba de manera anecdótica. Conectó estos elementos, que se repartían por la mayoría de sus obras, con el nexo de Cthulhu, ser que se convertiría en el futuro en la seña universal del autor. Pero no solo inventó “Dioses”, que en realidad eran extraterrestres, también creó cultos alrededor de dichas figuras, una colección de libros prohibidos entre los que destacaba el Necronomicón y ciudades ficticias como Arkham o Innsmouth.
Además, en vez de mitología se podría hablar de una antimitología. Los mitos son figuras divinas inventadas por los hombres para explicar fenómenos naturales o para dar sentido a las vidas con ideas como un más allá después de la muerte. Las religiones utilizan al hombre como vínculo entre los dioses y sus planes de salvación. Lovecraft se declaraba abiertamente ateo y consideraba que la mayoría de las personas eran incapaces de aceptar una realidad atea para desligarse de las creencias religiosas. Es por ello que en la literatura de Lovecraft, los cultos son una vía para que los hombres adquieran conocimientos prohibidos que les otorguen capacidades sobrenaturales, con técnicas cercanas a la ciencia aunque con lagunas fantásticas como cánticos en lenguas olvidadas u otros ritos. A veces estos ritos llaman la atención de seres extraterrestres cuya manifestación les hace ver como deidades, pero estos no tienen objetivos divinos ni mundanos para los humanos, ni siquiera pretenden provocar la extinción de la humanidad. Los seres de los Mitos están más allá del bien y del mal, se sitúan en una esfera de comprensión superior en la que los humanos son simples hormigas a los que tratan con indiferencia.
El círculo Lovecraft
Lovecraft cuenta con fama de persona solitaria y asocial pero lo cierto es que a lo largo de toda su vida mantuvo una amplia correspondencia, trabando amistad con escritores de la época y otros intelectuales. Su participación en revistas fue de lo más activa sobre todo en las de género pulp, además durante sus últimos años de vida aprovechaba ofertas de viajes para visitar a amigos de otras localidades. Al ganar fama tuvo una mayor correspondencia de aficionados, incluso algunos buscando consejos para mejorar la escritura o realizar colaboraciones. En este sentido, los Mitos fueron evolucionando poco a poco gracias a sus amistades, su literatura fue asimilando influencias y mezclando elementos de otros autores que a su vez hacían lo propio en sus obras. Los Mitos de Lovecraft se convirtieron en una especie de juego de referencias cruzadas en el que participaron numerosos autores, lo que se convirtió en el círculo Lovecraft. Los Mitos se fueron ampliando de manera orgánica, conectando personajes, elementos y mundos.
Clark Ashton Smith fue uno de los autores que fascinó a Lovecraft, un artista autodidacta que escribía poesía, historias de terror e incluso pintaba y esculpía. Fueron las esculturas de Smith las que inspiraron a Lovecraft escribir La llamada de Cthulhu donde se incluía una extraña figura del ser extraterrestre que tan popular se volvió con el paso del tiempo. Por su parte, Smith incluyó menciones del Necronomicón y su autor el árabe loco Abdul Alhazred en algunos de sus relatos. Otro autor famoso del círculo fue Robert Ervin Howard, escritor de fantasía de espada y brujería, además de padre de Conan. Howard se interesó en Los Mitos y pidió información sobre cultos a Lovecraft, no tardó en introducir términos lovercraftianos en su literatura. A su vez, contribuyó en la creación de material para los Mitos como el libro de Von Junzt Cultos innombrables, que se convirtió en uno de los libros prohibidos.
La lista de autores que participaron en el círculo de Lovecraft es muy extensa para entrar en detalles sobre quienes eran y sus aportaciones en los Mitos. Lo que sí cabe destacar es que Lovecraft en sus últimos años tuvo bastante correspondencia de autores jóvenes buscando consejos y aprobación entre los que destaca August Derleth. August Derleth fue un joven autor que se interesó por el tema de los Mitos, carteándose con bastante frecuencia. Se podría decir que Derleth fue un fan obsesionado hasta tal punto que era capaz de emular la escritura de Lovecraft en otros géneros. Aunque sus textos contaban con una calidad bastante mediocre. Deleth le ayudó a corregir algunos relatos, e incluso se tomó licencias para enviar trabajos a revistas sin el consentimiento del autor, al pensar el propio Lovecraft que no contaban con la suficiente calidad. El joven hacía alarde de una actitud egocéntrica, haciendo alusión constante a temas que giraban en torno a su realidad y también hacia la fe que profesaba Lovecraft, que era ateo a diferencia de la alta creencia de Deleth. Intentó influir en los mitos acercándose a las supersticiones y otros fenómenos paranormales que Lovecraft rechazó en todo momento.
Legado tras su muerte
Howard Phillips Lovecraft murió el 15 de marzo de 1937. En aquel momento su obra tenía poco valor por lo que sus tías consintieron el deseo del autor de que uno de sus jóvenes pupilos, Robert H. Barlow, se hiciera cargo de su trabajo. Barlow se hizo con todos los documentos de Lovecraft, donde se incluían cartas, apuntes y relatos, para revisar y pasar todo a limpio. Una tarea extraordinaria que hizo posible preservar la mayoría de sus trabajos en la actualidad. Aunque fracasó al intentar difundir y publicar una recopilación de las obras.
La mayoría de autores dejaron de trabajar en los Mitos con la muerte de Lovecraft, perdieron el interés pues era un juego en torno al autor y que sin él no tenía sentido. Esto hizo que Derleth ganara más fuerza dentro de los Mitos aunque Lovecraft no lo dejara a cargo de su legado. En una de las cartas que recibió, Lovecraft hizo alusión de nombrarlo “heredero espiritual” y discutían sobre la creación de un libro recopilatorio con todos sus relatos, dándole su bendición. Deleth descontextualizó las palabras para hacerse con el control de todos sus textos. Barlow y Derleth se aliaron para publicar una recopilación con los trabajos de Lovecraft, lo que desembocó en la creación de la editorial Arkahm House, dedicada al terror y pulp.
Derleth estuvo interesado desde un primer momento por los mitos pero tenía una interpretación diferente a la idea que quería transmitir el autor. Mientras trabajaba en la recopilación póstuma, Derleth aprovechó para publicar sus propios textos dentro del mismo universo. Pero desde las primeras páginas ya tiró por la borda toda la filosofía original del horror cósmico para establecer su propia visión. Para Derleth la esencia de la literatura de Lovecraft era presentar uno tras otros los elementos que componen los mitos, Cthulhu, Arkham, Necronomicón y demás criaturas, ciudades o artefactos, centrando el tema principal en torno a ellos y eclipsando la verdadera esencia del Horror Cósmico. Eran publicaciones diferentes a las que hacían otros autores del círculo de Lovecraft que se centraban en características como los conocimientos prohibidos y solo hacían referencias sutiles a los términos si llegaban a citarse. Además, Derleth cambió la figura del hombre en los mitos, dejando de ser insignificantes para las criaturas. En este sentido, los Antiguos toman un rol más cercano al de los dioses, volviéndose fuerzas del bien y el mal en un conflicto que afecta directamente a los hombres, que ahora marcan la diferencia en su lucha.
Lo peor del trabajo de Derleth no fue que tuviera su propia interpretación de los mitos sino que a partir de entonces se dedicó a sustituir la visión original por la suya propia. Se valía de citas o correspondencia de Lovecraft para apoyar su versión aunque normalmente sacando de contexto las palabras. También escribió decenas de relatos inacabados de Lovecraft que en la mayoría eran frases sueltas o ideas concretas de pocas palabras, nada de borradores inconclusos como daba a entender. Derleth dio una mayor importancia a las criaturas de los mitos, que convirtió en dioses, o a libros como el Necronomicón que a los conceptos originales del Horror cósmico. El tiempo, sobre todo con la publicación de la correspondencia de Lovecraft, corrigió esta tergiversación de las obras originales pero claramente afectó a la visión que tiene de los mitos la cultura popular. También publicó biografías y ensayos sobre su maestro que lo convertían en una versión macabra más cercana a una ser de su literatura que a la realidad. Lo que sí es cierto es que contribuyó a mantener viva la figura de Lovecraft de cara al futuro, quizás sin su labor ahora sería un autor con menor influencia y solo conocido por los estudiosos de la literatura.
Con esto concluye mi repaso sobre la figura de Lovecraft, sobre su Horror cósmico y los mitos. En realidad hay temas en los que podría haberme explayado más e incluso habrá gente a la que le hubiera gustado que entrara en detalle en la mitología. Yo me doy por satisfecho de terminar por fin este artículo sobre Lovecraft, algo que me propuse alegremente meses y al fin he finalizado. Sin más, nos veremos en los sueños.